Mi padre viene de la región oriental del continente, al parecer pertenecía a una importante familia de comerciantes, pero en sus múltiples viajes conoció a mamá, se enamoraron y se casaron, cuando estaban ya esperando un bebe decidieron venir a vivir a este pequeño pueblo debido a que le era más simple que regresar a su país debido a una guerra civil que se estaba armando allí.
Vivimos durante muchos años en paz ya que el pueblo no era invadido por bandidos o por monstruos los cuales estaba más lejos de las fronteras del reino de Fragia pero no todo era felicidad, yo era muy diferente a los demás niños y se metían conmigo pero tenia a un mejor amigo, era Alexis, quien siempre jugaba conmigo pese a verme tan diferente pero de repente un día dejo de venir a jugar conmigo.
Esos fueron los peores días que tuve de niña ya que pese al amor de mis padres igual me sentía sola al no haber nadie con quien jugar, nunca me pude llevar bien con las otras niñas, se alejaban de mi en cambio los chicos se metían conmigo debido a lo cercana que era con ellos hasta que un día por sus abusos me tropecé y estaba a punto de llorar hasta que llegó Alexis quien tras disculparse me pidió que siguiéramos siendo amigos.
Con Alexis me llevaba muy bien, era mi mejor amigo y mientras más pasaban los años nuestros lazos se hacían más y más fuertes, creía que la vida pacifica en el pueblo duraría para siempre pero justo antes que cumpliera 14 años llego la primera oleada del Rey Demonio, los primeros en ser victimas eran los pueblos fronterizos entre los que estaba el nuestro.
Las llamas de destrucción, los gruñidos, gritos de auxilio y agonía estaban en todas partes, cuando fui a refugiarme con mi familia ya era demasiado tarde, una bestia había irrumpido en nuestro hogar, cuando entré solo podía ver los cuerpos de mis padres desmembrados, no podía creerlo, ni siquiera podía gritar, estaba tan asustada que mis piernas temblaban y sucumbían ante su propio peso.
Cuando mis rodillas tocaron el piso la bestia se aproximaba a mi con sus enormes colmillos aún con la sangre de mis padres, podía sentir como más allá de mi vista solo estaba la infinita oscuridad de la muerte y cuando estaba a punto de aceptar mi destino pude escuchar un grito detrás mía.
– ¡Hermana! ¡Hermana! ¡¿donde estas?!
Era Mindy, mi hermanita, apenas tenia 9 años y estaba fuera de la casa, el miedo que tuve fue tan terrible que me hizo creer ver su cuerpo junto al de mis padres, pero al verla nuevamente una luz de esperanza se iluminaba en mi corazón lo cual me hizo recobrar las fuerzas hasta el momento en que finalmente pude ponerme lentamente de pie interponiéndome entre la bestia y mi hermana.
-N-no… con ella no…
La bestia al verme parada dio un gruñido tan impactante que hizo que mi hermanita se callera de espalda.
– ¡Huye de aquí Mindy!
Gritaba en lo que la bestia se lanzó encima mía, pero sin siquiera estar consciente de aquello me adelanté e intenté abrazar a la bestia para darle tiempo a Mindy de huir, pero algo inimaginable pasó.
La bestia empezaba a gruñir de dolor, como si algún ataque lo hubiera alcanzado, no tenia tiempo que perder o pensar y decidí empujarlo, la bestia empezaba a desgarrarme y cortarme, pero el caos del momento no me hizo detenerme y seguí empujando hasta que simplemente la bestia ya no estaba, cuando abrí mis ojos solo podía ver cenizas que se las llevaba el viento.
Al ver mis manos solo podía verlas echando un vapor extraño mientras el pelaje de la bestia que estaba en ella se desintegraba.
Las heridas y desgarres que tenia en mis brazos empezaban a curarse inmediatamente emanando un vapor extraño con partículas que brillaban.
Ese fue el momento en que sin querer desperté mis poderes y el inicio de mi vida como la santa Ciel.
…
…
…
– ¿Ciel? ¿Estas bien?
Despertaba de un profundo sueño recordando mi pasado, un feo recuerdo que hubiera querido olvidar pero que al mismo tiempo si no hubiera ocurrido nunca hubiera tenido la oportunidad de conocerla.
-Si, estoy bien Lady Beatriz.
Lo decía mientras me acurrucaba a su lado en la gran cama en la habitación más grande de la mansión donde habíamos estado toda la noche hasta el amanecer la princesa Beatriz y yo consumando nuestro prohibido amor.
-Ya te he dicho que cuando estemos solas me llames solo Betty, por dios que estamos de forma indirecta “casada”
-L-lo siento mucho Betty, además no debí comportarme así la otra noche, hemos molestado a Alexis, a pesar de estar casados con el no lo hemos hecho ninguna vez, pero en cambio nosotras…
Es verdad, desde mucho antes que nos casáramos con Alexis, Beatriz y yo ya teníamos una relación más que intima, durante el transcurso de la gran guerra demoniaca en el caos del momento necesitábamos que alguien nos brindara una mano para seguir adelante, yo era la de Alexis pero Beatriz era la mía, es gracioso como con mi ahora esposo solo nos besábamos cuando en secreto tenia noches llenas de placer y éxtasis con otra.
-Ciel, habíamos acordado casarnos con Alexis porque solo así estaríamos juntas sin que nadie pudiera separarnos bajo ninguna circunstancia, pudimos usar esa ridícula ley de la iglesia que le permite solo a los hombres tener matrimonios polígamos así que no tienes de que avergonzarte.
Lo decía la princesa mientras besaba de labios a la tímida pelinegra mientras escondía su rostro en los pechos de su amada.
– ¿Cuándo dijo Alexis que regresaría?
-En algo más de una semana, son 3 días de ida y 3 de regreso más el día en que le tomaría derrotar a la bestia y otro día para dejar todo listo, aún tenemos otros 3 días para nosotras solas.
– ¿Entonces podremos seguir, así como estamos?
Deslizaba mis dedos suavemente en su hombro tratando de molestarla un poco.
– ¿Aún quieres hacerlo? Tienes demasiada estamina.
-Puede que tu seas más activa pero no tienes mí mismo aguante.
En realidad, no soy tan santa como mucha gente se lo imagina, me puse encima de ella queriendo continuar con lo que habíamos hecho la otra noche.
-Lo siento, pero eso no va a ser posible hoy su santidad.
– ¡AAAAHHHH!
La sorpresa de escuchar a alguien ajena hizo que brincara de la cama y me tapara con las sábanas, era la joven ama de las sirvientas Matilda quien con su cabello castaño rojizo y ojos ambar se la veía impecable usando su uniforme de sirvienta, ella estaba con una expresión sobra como si lo que hubiera visto no fuera nada nuevo.
– ¿Matilda? ¿No te dije que no vinieras hasta que te llamara? Sabes que Ciel es muy tímida cuando la ven así.
-Me disculpo Lady Beatriz, pero es una llamada urgente de su padre quien desea verla de inmediato en el palacio real y no puede tardarse a menos que desee que la gente empiece a sospechar de sus actos inmorales.
– ¿Actos inmorales? ¡Mi trasero!
Lo decía Beatriz mientras quien sin ninguna vergüenza se levantó mostrando su magnífico cuerpo que parecía hecho para concebir muchos hijos.
-Me voy a bañar entonces, mi amor te veré más tarde por favor no me extrañes mucho.
Lo decía mientras me lanzaba un beso y Matilda le ponía su bata para ir al bañarse.
-Ah si… nos vemos.
Beatriz siempre ha sido así, cuando esta frente a los hombres se comporta de la forma más formal y recatada posible pero cuando esta entre chicas de confianza se vuelve toda una altanera, Matilda le ha servido desde que la princesa era una niña por lo cual conoce por completo su gusto por las mujeres y lo guarda en absoluto secreto, pero aún no me acostumbro a su presencia todo el tiempo desde que empezamos a vivir en la misma mansión.
-Creo que iré a caminar un poco.
Desde que somos un matrimonio de a 3 todo ha sido un poco extraño, vivimos bajo el mismo techo, pero no nos tratamos tan diferente de a cuando solo éramos amigos, es verdad hay besos y caricias, pero aparte de eso no hemos ido más allá con él, siento que lo estamos traicionando al no decirle la verdad, pero el miedo a que Alexis se decepcione o se enoje con nosotras es enorme.
Estaba caminando por los enormes pasillos de la mansión, sus ventanas eran enormes, podía tener el vistazo de todos los alrededores, no había muchas casas cerca y todas eran mansiones que en la mayoría del tiempo estaban vacías por lo cual de vez en cuando se sentía algo solitario.
Desde que soy la Santa Ciel mi deber no solo es ser la representante máxima de la iglesia sino también su ejemplo a seguir, casarme con el héroe y tener un montón de hijos sanos que en el futuro se volverán los lideres religiosos del clero mientras Beatriz si bien debe seguir el linaje Bertrand la principal responsabilidad la tiene su hermano mayor quien será el futuro Rey, es mejor así porque ella no desea volver a experimentar la carga de ser Lady Regente.
-Me pregunto por cuanto tiempo podremos seguir con esta mentira.
Lo decía mientras suspiraba alado de una de las ventanas viendo a la nada, estaba pensaba en como para mantener nuestra relación en secreto lo ideal era casarnos con Alexis, así nadie sospecharía de nosotras, el plan era que en cierto momento de nuestra relación le contáramos la verdad… o de lo contrario hacerle creer que a base de nuestro “amor” hacia el nosotras nos enamoraríamos también, a la mayoría de hombres les excita ver a mujeres besarse e incluso que tengan sexo mientras ellos las observa, no sabía que clase de gustos tendría Alexis pero al menos puedo estar segura de algo…
-Son pequeñas…
Tocaba mis pechos con la punta de mis dedos, parece que a Alexis le gustan los pechos grandes, debo admitir que tenia algo de celos por el escultural cuerpo de Beatriz mientras el mío era menos voluminoso, de cierta forma siempre me acomplejó mi físico a comparación de la mayoría de las mujeres del reino de Fragia.
-La verdad es que no se si quisiera tener hijos
Solo me queda un familiar en este mundo y es mi querida hermanita Mindy, quizás debería ir a visitarla en estos días.