– ¿También eres una… reencarnada?
El héroe, o más bien el reencarnado sujeto llamado Alexis, había escuchado algo que nunca podría haberse imaginado, el siempre pensó que era el único que había renacido en ese mundo, en todos sus años en ese mundo desde que recobró sus memorias
La diosa Freyla, o mejor dicho la reencarnada Freyla, se la veía algo confundida al igual que Alexis, ambos no eran de ese mundo por lo que era comprensible su breve vacilación.
-Jajajaja… Claro… Ahora todo tiene sentido… Fui una tonta… Soy una tonta.
– ¿?
Freyla veía al joven héroe que apenas y podía tenerse en pie viéndola todo confundido.
-Entonces tu no… Eres ninguna diosa… Solo eres una… Reencarnada como yo.
– ¿Y que si lo soy? Eso no cambia nada.
– ¿De qué… hablas? Cuando todo el mundo se entere… no serás más adorada… como una diosa.
-No, tu no se lo dirás a nadie.
La diosa agarraba su lanza plateada con adornos dorados.
-Lo siento héroe, no es nada personal, pero… debes morir.
-Jeje… Al final la grandiosa Diosa Freyla… También es una mentirosa… Al igual que yo, ironía.
Apenas Alexis termino de recitar su frase vio como una lanza se aproximaban a él para acabar con su vida, él estaba listo para dejar este mundo, quien sabe si el reencarnará nuevamente, así como lo hizo Freyla o si en verdad ya sería su final, sea lo que sea que pasará en su mente solo venía un pensamiento «¿Habré vivido como he querido?»
Pero antes que la lanza llegará al pecho del héroe en medio se interpuso el hada Pyxys.
– ¡YA BASTA!
Con su pequeño cuerpo emitió una luz enorme que iluminó todo el sombrío valle dejándolos a todos con la vista ciega.
-¡¡¡AAAAAHHHH!!!
El ataque de la lanza de Freyla fallo, uno de los ojos de Alexis había quedado ciego pero el otro lo abrió para poder ver qué rayos pasaba, solo distinguía la silueta de Pyxys quien adoptó una vez más la forma de su amo Alexis agarrándolo del hombro dando un fuerte salto.
Toda esta secuencia de acontecimientos los veía Alexis apenas con su ojo bueno, pero algo confundido.
– ¡Amo Alexis!
– ¿Py…xys? ¿Que fue… Eso?
-No lo sé, era algo que sentía que podía hacer con mi propia magia, pero más importante.
Pyxys regresaba a su forma de hada para darle una cachetada con su pequeña mano a su amo quien estaba hecho un desastre, con un ojo cerrado y el otro apenas abierto, las heridas de su cuerpo eran demasiado desastrosas.
– ¿En serio te ibas a dejar matar, así como así? ¿Y qué si eres un reencarnado?
Alexis abrió más su ojo al escuchar eso.
– ¿Nos escuchaste Pyxys?
-Si, lo oí todo.
Alexis solo podía desviar su mirada, no sabia que responderle a su inseparable camarada de armas el cual en cierto punto él podría considerar su aliado más íntimo con el cual compartía más secretos pero que ni siquiera él le había contado sobre su origen de otro mundo.
Alexis tenía miedo, si la gente se enterara que él había ocultado otro secreto eso seria demasiado desastroso para su ya frágil y golpeado corazón, su secreta relación con el Papado, su falsa victoria frente al Rey Demonio que ni la sabia y para rematar su secreto y pecado original, su origen como reencarnado.
Pareciera que Alexis solo necesitaba un empujón para que su alma terminara de destrozarse, estaba en el borde de la desesperación, solo podía cerrar su único ojo bueno y escuchar el juicio de Pyxys y en la inmensidad de la oscuridad hubo una frase que le devolvió, aunque sea una pizca de esperanza.
– «No sé qué es eso de los reencarnados y la verdad es que no me importa»
Alexis abrió su único ojo bueno para ver al hada Pyxys volando en frente de su rostro.
– ¿No te… importa?
-No ¿Por qué debería molestarme? ¿Acaso es algo que nos pondría en peligro?
-N-no…
– ¿Lo ocultaste para hacernos daño?
– ¡P-por supuesto que no!
– Entonces no le veo el problema.
El joven héroe solo podía esbozar una sonrisa en sus labios temblorosos en lo que caía una lagrima de su ojo bueno.
-Gracias… Pyxys.
– Pero amo… ¿Acaso está llorando?
– ¿Qué? N-no… estas imaginándote cosas, tonto.
Con una de sus mangas se limpiaba la lagrima en lo que se vio interrumpido cuando vio un rayo de luz atravesar una de las paredes que rodeaban ese valle.
– ¿DONDE ESTAS? ¿A-LE-XIS?
Era la diosa Freyla quien había alzado el vuelo de donde estaba, sus ojos de pronto echaban vapor simbolizando su regeneración, cuando los abrió solo podía ver el valle con la cadena montañosa que la rodeaba.
– ¡Maldición!
El joven héroe apenas se podía parar, pero lo suficiente como para esconderse en una gran roca alado suyo evitando que lo vieran.
– ¿Qué hacemos amo Alexis? la diosa está de nuevo en acción.
-No lo sé… por cierto…
Alexis trataba de abrir su ojo izquierdo que había quedado ciego, pero se dio cuenta que solo podía ver la luz blanca, no se curaba.
– ¿Qué demonios fue esa luz que lanzaste? Me dejaste ciego de un ojo.
-Lo siento, pero era lo único que podía hacer, hice lo que Santa Ciel utilizó contra usted cuando se pelearon.
– ¿Hablas del destello sagrado?
-Si, ese mismo.
– ¡Tonto! Se más cuidadoso cuando hagas un ataque sagrado, si no te mides podrías dejar ciego a todo el que te vea y… y…
– ¿Y? ¿Qué iba a decir amo?
Alexis se había quedado congelado con la mirada en frente de la roca que lo ocultaba, Pyxys vio como los vellos de la piel de su amo empezaban a erizarse y al final una sonrisa mostrando sus dientes podían verse del rostro del heroe.
– ¿Amo? ¿Por qué sonríe así? Me está dando miedo.
-Dime Pyxys ¿Cuál es el elemento de la magia que utilizaste?
-Ah ¿eso? Es obvio, es magia sagra…da ¡AH!
-Exacto… sagrada.
La magia que había utilizado Pyxys era igual al destello que había utilizado Ciel en su enfrentamiento anterior al despertar de Freyla, una magia que servía para cegar a los enemigos, iluminar cuevas oscuras y para disipar las energías demoniacas, un tipo de magia que en teoría solo Santa Ciel podía utilizar y algunas muy pero muy escasas personas en el mundo y muchas veces había periodos de tiempo de décadas o cientos de años donde nadie podía utilizarla, así de rara era dicho tipo de magia.
-Pyxys, tu poder elemental, siempre me pregunte cuál era, pero ahora se la respuesta.
Alexis saco de su bolsillo la última poción curativa que le quedaba, la bebió de un solo sorbo, él joven héroe había abusado tanto de las pociones de Rosemary que sus efectos eran casi inexistentes, por eso el uso de pociones de curación era limitado, no como en los videojuegos que el solía jugar en su anterior vida donde el uso de estas bebidas era prácticamente ilimitado.
-Solo un poco, solo una minúscula porción de fuerza necesito para esto.
-Amo creo imaginar lo que pasa por su mente, pero por si acaso ¿Podría contármelo?
Con una sonrisa Alexis le respondia.
-Si esto sale bien puede que tengamos una oportunidad contra ella.
En el valle Freyla estaba volando a toda velocidad revisando cada rincón para dar con su presa, ella no podía dejar que la única persona que supiera su secreto llegara a contárselo a alguien, no se sabían de verdad cuales eran sus intenciones, destruir a la iglesia el cual al parecer le tiene un enorme resentimiento que no se nos ha llegado a explicar.
– ¡ALEXIS MUESTRATE!
– «No dejaré que escapes de esta, no me importa ya los planes de Ciel y su estúpida pareja, te encontraré y te mataré y luego iré a por esa maldita iglesia, los quemaré vivos a todos y me vengaré de lo que pasó hace 2000 años, lo juro»
Los ojos recién regenerados de Freyla estaban con venas inyectadas en sangre, estaba totalmente furiosa buscando a su presa hasta que de tantos de sus rayos que lanzaba a todas partes para obligarlos a salir uno dio en el blanco y es que de los escombros 2 figuras se alzaron hasta la cima de una de las montañas que rodeaba el valle.
– ¡Finalmente te encontré! ¿He?
Esas 2 eran Alexis, Pyxys en su forma humana adoptaba la misma de su amo, pero esta vez era diferente, era una réplica perfecta, no tenía ese aspecto azulado brillante.
– ¿Qué pasa Freyla? ¿No vas a venir a por mí?
Ambos Alexis decían lo mismo al mismo tiempo, la apariencia de ambos era la misma, las heridas eran iguales, pero solo había una diferencia, cada uno tenia un solo ojo cerrado y eran contrarios.
-No te hagas el gracioso conmigo Alexis, apenas y puedes moverte, has tomado demasiadas pócimas, un solo ataque y estas muerto.
-Oh rayos has descubierto mi secreto, que miedo.
Ambos Alexis decían lo mismo a la vez, esa sincronización era molesta para Freyla y notaba el tono de burla de este.
-No, esta vez este ataque será la definitiva, estas muerto.
Los burlones Alexis se pusieron serios y dijeron al unisonó.
-Si, esta vez es la definitiva.
Ambos se armaron con sus respectivas armas, un Alexis sostenía el arma legendaria del héroe con las 4 gemas elementales y la gran gema dorada en medio mientras que el otro Alexis sostenía la espada de Ciel el cual solo tenía la gema dorada.
Con un gran destello de poder Freyla se tiró con todo su poder directamente hacia donde estaban ambos Alexis gritando:
– ¡Solo un Alexis puede utilizar la espada del heroe! ¡has perdido!
-Este es…
-Nuestro…
-Último…
-¡¡ATAQUE!!
Ambos también dieron un fuerte impulso que los lanzó hacia la furiosa diosa quien estaba en vuelta en rayos blancos. Ambos contrincantes se dirigían directamente a darse su ataque final con ventaja de la diosa quien estaba intacta.
La diosa activaba su escudo dorado el cual si bien era inmune ante ataques elementales podría ser destruido ante ataques compuestos, pero al menos reduciría el daño que recibiría, ella confiaba en su habilidad de súper regeneración, sea el ataque que recibiera ella lo podría aguantar, curarse y matarlo.
-¡¡ATAQUE SACRO!!
– «¿Qué? ¿Ataque Sacro?»
La diosa al escuchar esas palabras sentía que su piel se le erizaba, si había algo que la hacía especial a ella y Ciel era la capacidad de utilizar la magia sagrada, una que estaba apartada totalmente de los poderes mágicos elementales e incluso los compuestos, junto a la energía demoniaca, eran las 2 magias más poderosas de la existencia misma, inmune a los ataques elementales, neutrales ante ataques compuestos, pero… Vulnerable a los ataques de su propio tipo.
De alguna forma esa pequeña hada llamada Pyxys tenía la capacidad de utilizar magia sagrada y ahora la estaba utilizando junto a su amo para hacer un ataque sincronizado que estaba por chocar con ella.
-«Tengo que pararlo, debo detenerlo, esa maldita hada, ese maldito de Pyxys»
La diosa trataba de cambiar su tipo de ataque, era uno donde le dejaba todo a su escudo de energía sagrada, su plan era resistir el ataque de Alexis para luego contra atacar, pero sentía que sí ese ataque le daba…
-¡¡ATAQUE SACRO!!
Las espadas de Alexis y Pyxys se iluminaban de color dorado haciendo brillar las grandes gemas doradas que había en los mangos de ambas espadas para luego entre ambos dar su ataque final.
-¡¡GRAN CRUZ!!
Una gran explosión de luz iluminaba todo el cielo, las nubes que antes nublaban la cima de toda la cordillera se apartaron de repente, el cielo azul se veía en todo su esplendor y en lo alto de todo el valle estaban los 3 contrincantes.
Freyla estaba con su escudo dorado destrozado con su lanza apuntando a la nada, sus ojos blancos y su boca abierta como si se hubiera quedado muda en medio de su grito de guerra.
Detrás de ella cayendo del cielo estaban Alexis y Pyxys en la forma de su amo quienes tenían sus espadas mirando a direcciones opuestas, ambos habían dado lo mejor de sí en ese último ataque, lo último que le quedaba al héroe y su hada, y con una leve sonrisa en sus rostros ambos vieron sus espadas hacerse añicos, destrozadas, ambos ataques habían sido demasiado incluso para ambas armas.
Freyla también cayó del cielo hasta estrellarse contra el piso totalmente inmóvil, ambos oponentes estaban totalmente inmóviles tras ese devastador choque de poderes que había partido el cielo y destrozado la tierra, era un… empate.
…
…
…
A lo lejos venían Esmeralda y Rosemary siguieron el rastro de destrucción del combate que habían hecho sus amigos, llegaron al valle en medio de las montañas.
– ¿Dónde están? ¿Los ves Esme?
-No, aún no los… ¡¡Allí están!! Y es… ¡¡CIEL!!
– ¿Ciel? ¿Y la diosa?
En medio del valle un inconsciente Alexis y su hada Pyxys estaban tirados y frente a ellos estaba una figura familiar… Era Santa Ciel quien estaba curándose de sus heridas a una gran velocidad, no tanta como Freyla pero se notaba que ambas dominaba el mismo tipo de poder.
-Alexis, Pyxys, vi y escuché todo lo que pasó mientras Freyla estaba luchando contra ustedes.
Una leve risa se escuchaba de los labios de la santa.
-Realmente pudieron incluso contra una diosa.
-«¿De qué estás hablando Ciel? Ellos no me han ganado, solo perdí la conciencia por un segundo, déjame salir, déjame acabar con ellos»
-No Freyla, esta vez no me dejaré controlar por ti… Ya no.
En la mente de Ciel la diosa Freyla estaba haciendo ruido, solo había sido por un instante, pero Alexis y Pyxys habían logrado noquear a la diosa, debido a eso el control del cuerpo paso a Ciel quien no permitió que Freyla lo tomara nuevamente.
-¡¡Ciel!!
-¡¡Alexis!!
Esmeralda se fue a dónde Ciel notando sus heridas que se estaban curando por sí mismas y Rosemary quien revisaba al muy herido de su amigo.
– ¡Alexis! Por favor no te vayas, tienes muchas explicaciones que darme, grandísimo idiota.
– ¿Ciel necesitas ayuda?
-No, estoy bien, mira, me estoy sanando.
La santa estaba dando una melancólica sonrisa.
La bruja le quitaba la destrozada camiseta a Alexis y encima a Pyxys para luego echarle varios frascos de pociones.
– ¿No está funcionando ¿acaso abusaste de las pociones que te llevaste?
-Déjame ayudarte Rose.
– ¿Esme? Si, por favor.
Entre ambas chicas trataban las heridas del joven héroe mientras Ciel estaba sentada en una roca contemplando el desastre que habían causado en su combate.
– ¿Entonces ustedes son reencarnados de otro mundo?
-«…»
– No me apliques la ley del cryo Freyla, lo escuché todo.
-«No quiero hablar de aquello»
-Alexis te derrotó, así fuera por un segundo, pero lo hizo.
-«Pyxys, esa hada, nunca creí que tuviera poderes sagrados cómo el mío»
– ¿Que deberíamos hacer Freyla? Le prometí a Alexis que si el ganaba haríamos lo que él quisiera.
-«Pero tú ganaste, al final fuiste la última en pie»
-No lo sé…
Ciel alzaba una se sus piernas para apoyar su sus manos y su mentón en ella.
-Estoy harta de toda esta locura… quizás debería dejar toda esta locura después de todo… fui una ilusa…
– «¿Estas bromeando? Tienes la oportunidad de hacer lo que quieras en este mundo, tienes tus poderes, tienes mis poderes, ni siquiera necesitas a Alexis para aquello, entre nosotras dos podríamos dominarlos a todos.
– ¿Dominar este mundo dices? Al final no seriamos diferentes de la iglesia que hace lo que le da la gana…
– «¿Y qué vas a hacer? ¿Seguirás siendo esposa de ese falso héroe? ¿Acaso no querías estar con tu amante Beatriz?»
– ¿No querrás decir la «idiota» de mi novia?
-«…»
-Al final no eres diferente Freyla, solo querías manipularme… al igual que yo quería con Alexis… ¿Al igual que él quería hacer conmigo? ¿En verdad el me mintió a propósito? Tenia la impresión de que ese era el caso, pero no sé qué pensar.
Ciel mira al cielo con los ojos vacíos sin mucha vida en él.
-No somos tampoco diferentes, entre los 3 nos hemos utilizado para lograr nuestros fines egoístas y eso nos ha traído hasta ese sitio.
– ¡Las heridas de Alexis y Pyxys están curándose!
Rosemary estaba abrazando a Esmeralda luego de conseguir que ambos chicos pudieran empezar a curarse.
-Muchas gracias Esme, ya me caes mejor.
-O-oye espera ¿Qué haces?
Rosemary le estaba dando besos en la mejilla a su nueva amiga Esmeralda mientras la otra miraba a otro lado medio sonrojada pero agradecida de sus halagos mientras a lo lejos Ciel las veía con una sonrisa melancólica.
Ambas chicas dejaron de arrimarse para ver a Ciel quien estaba caminando lentamente hacia donde estaba inconsciente su esposo y su hada hasta que la propia Rosemary se interpuso.
-Ciel ¿Qué vas a hacer con Alexis? ni se te ocurra utilizarlo para tu guerra civil, el ya ha sufrido demasiado en estos últimos días.
Rosemary se volteaba para ver a su amigo inconsciente, esta puso un rostro de lastima.
-No se cuales habrán sido las circunstancias que lo llevaron a involucrarse con la iglesia para cuidarse… pero por favor, detente, el tiene muchas cosas que explicarnos y quiero oírlo.
Ciel pese a ser más pequeña que Rosemary imponía con su aura de Santa, ella ya había demostrado el inconmensurable poder que tenía, si solo existía alguien que podría oponérsele era o el Rey Demonio o el Héroe Alexis, pero ambos habían sucumbido ante su poder, a este punto Ciel y Freyla se habían erigido como los seres más poderosos de su mundo ¿Qué había que podría detenerla si ella tomaba una decisión incorrecta?
-Ciel, como tu amiga y como la sierva de la todo poderosa Freyla, solo quisiera darte un consejo, haré todo lo que me pidas que haga… pero por favor… medítalo bien.
Esmeralda permanecía alado de Rosemary manteniendo su fidelidad hacia su amiga y diosa, pero dando solo un pequeño empujón para que Ciel tomara la mejor decisión que pudiera hasta que finalmente los labios de Ciel se abrieron para decir algo.
-Huyan.
– ¿Qué?
– ¿No me escuchaste? Quiero que huyan de aquí, tu y Alexis.
Ciel se había dado la vuelta caminando hacia donde estaba un enorme hueco en medio de las montañas que rodeaban el valle.
-Esme, recoge las espadas destrozadas de Alexis y mía, ambas se quedarán con nosotras.
-S-sí.
Esme no sabía lo que estaba pasando, pero sonrió y fue a buscar ambas espadas.
-Rosemary, quiero que huyas del Reino de Fragia, llévate a Alexis de aquí y nunca más regresen, pase lo que pase.
La bruja estaba confundida por lo que estaba escuchando, pero sabía que era la oportunidad que buscaba tan desesperadamente para salir de ese círculo vicioso de manipulaciones, conspiraciones y demás ataduras que habían vuelto su vida una farsa.
-Las brujas, demonios y no humanos no son bienvenidos en el Reino de Fragia…
Al escuchar esas palabras Rosemary entendía que, así como su mejor amigo también ella estaba vetada de regresar al Reino donde ella había nacido, era doloroso que incluso allí ella era discriminada y ahora vetada.
-…Y las relaciones no tradicionales están terminantemente prohibidas bajo pena capital…
– ¿He?
La bruja no entendía, no era que solo a ella le afectaba dichas palabras, sino que también a la propia Ciel quien estaba con los puños cerrados mirando hacia el sol que estaba ocultándose a lo lejos de la gran abertura que estaba en el valle.
-Hasta el día en que logre cambiar dichas reglas, hasta el día donde este mundo no sea un lugar tan cruel, no regresen, yo… cambiaré este mundo… de la forma correcta.
-Ciel…
De los ojos de Rosemary rodaban lágrimas, Ciel no solo iba a permitir que su esposo y la bruja lograran huir, sino que, de la forma correcta, sin guerras ni derramamiento de sangre, ella cambiaria ese podrido mundo el cual le había tocado nacer, con todo el poder que tenía podría gobernarlo todo, pero tras esa cruenta pelea que tuvo contra Alexis y la verdad de muchas cosas la hizo llegar a la conclusión de que debía cambiar ese sistema desde adentro.
-Ya váyanse de aquí, los caballeros sacros estarán aquí dentro de poco.
– ¿LOS CABALLEROS SACROS?
-Si ¿No te diste cuenta? Estaban de camino hacia acá, estabas tan perdida en tus pensamientos por Alexis que no viste aquello.
– ¿Esme?
-Ciel ya tengo los mangos de sus espadas?
-Bien, gracias Esme, bueno Rose, aquí nos despedimos, cuídate mucho, adiós.
Por última vez Ciel se volteó para ver a la bruja y al hombre que una vez había sido su esposo y del cual ella llego a pensar en más de una ocasión que amaba.
-Adiós Alexis.
Y así ambas chicas se alejaron del valle en lo que Rosemary sacaba un silbato en forma de grifo y soplo en el para invocarlo.
-Cuídate Ciel y gracias por todo.
…
…
…
Desde las laderas de las cordilleras estaban Ciel y Esmeralda descendiendo con sus propias piernas como si fuera lo más normal del mundo.
-Gracias por lo que hiciste Ciel.
– ¿Gracias de qué? Como máxima líder de la iglesia junto al Papa tengo la autoridad para exiliar a gente indeseable del país, es todo.
Ciel no quería mostrar su rostro a su amiga, pero Esme sabía lo que estaba pasando y solo podía dar una leve sonrisa.
– «Has madurado mucho en esta última semana más que en estos últimos años Ciel»
-Esme escúchame, en unos minutos nos veremos con la caballería de los caballeros Sacros, esto será lo que les vamos a decir, escúchame con atención.
– ¡Si!
…
…
…
En el gran trono del Reino de Fragia estaban todos conmocionados ya que en medio del salón estaba la chica que medio mundo buscaba, era Beatriz Bertrand junto a su criada Matilda.
– ¡Hija! ¿Dónde demonios estabas? Estamos muy preocupados por ti.
El Rey Bartolomeo Bestrand abrazaba a su hija quien se la veía con mucha seriedad.
-Gracias padre, pero hay algo muy importante de lo que tengo que hablar contigo.
-Oh hija yo también tengo mucho de qué hablar contigo, todo ha sido un caos esta última semana, siento que ha sido una eternidad.
-Lo mismo digo padre… pero quisiera hablar contigo en privado.
– ¿En serio? Bueno supongo que es normal, has estado desaparecida por días, pero ya que estas aquí querían preguntarte.
De pronto la sonrisa amigable del Rey se transformó en una tétrica por el cambio tan abrupto de humor.
– ¿Dónde están Alexis y Ciel?
-Eso… era de lo que quería hablar contigo…
La breve charla entre padre e hija se vio interrumpida cuando un guardia había entrado sin aviso y a prisas al salón.
– ¡SU MAJESTAD, SU MAJESTAD, ¡TENGO UN IMPORTANTE MENSAJE!
– ¿Y ahora qué es? ¿No ves que estoy finalmente reunido con mi hija?
-Pero su alteza, es que ¡finalmente aparecieron!
– ¿Aparecieron?
-Si, los caballeros sacros han dado con Santa Ciel y tenemos noticias sobre el rastro del héroe Alexis y tienen un importante mensaje que darnos…
– ¿Un importante mensaje? ¿De qué trata?
-El héroe Alexis… ¡EL HEROE ALEXIS HA DECIDIDO RENUNCIAR A SU TITULO DE HEROE Y EXILIARSE DEL REINO DE FRAGIA!
-… ¿QUEEEEEÉ?
El grito del Rey Bertrand se escuchaba en todo el palacio real.
Los ojos de Beatriz y Matilda se abrieron de par en par, un cambio total de planes había ocurrido.
– ¿Qué está pasando… Ciel?