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(Web Novel) Un Mundo Carmesí: Capítulo 18 ¿Quién manda en la iglesia?

En la santa cede el papa Magno Luise XII estaba en su despacho junto al confiable capitán de los caballeros sacros Constantino, frente a ellos estaba santa Ciel y a su lado la hermana Esmeralda. La santa estuvo desaparecida por varios días al igual que la princesa Beatriz y el héroe Alexis, Ciel debía dar una buena explicación de lo que había pasado.

-La veo algo tensa santa Ciel ¿Se encuentra bien?

Preguntaba el papa.

-Me encuentro bien por el momento, gracias por su preocupación.

-Me alegra oírlo, el capitán la había encontrado cerca de la cordillera norte. Habíamos detectado unos rastros de magia sagrada y supusimos que era usted ¿Estábamos en lo correcto?

-Si, esa fui yo.

-También encontramos rastros de combate en la mansión donde vivía ustedes justo en el día en que usted junto a la princesa Beatriz y el héroe Alexis desaparecieron…

El ambiente se sintió tenso, el papa en su escritorio colocó sus manos juntas con sus dedos entrelazados. Sus ojos se cerraron un poco.

– ¿Le importaría decirnos que fue lo que ocurrió?

Detrás de una imperturbable Ciel estaba Esmeralda.

– “¿En verdad vas a decirlo Ciel?”

-Me enfrenté al héroe Alexis en combate personal.

-…

-…

Tanto el papa como el capitán Constantino se quedaron perplejos ante la respuesta.

– ¿Santa Ciel… pero que ha dicho?

-Que me enfrenté al héroe Alexis. Hace unos días cuando el regresó de su misión tuvimos una discusión y terminamos luchando.

– ¿Y puedo preguntar por qué?

– Usted debería saberlo sumo pontífice.

-No sé a lo que se refiere…

-Por conspiración.

– ¿Conspiración? Eso es ridículo, el héroe Alexis nunca se atrevería a algo así. El salvó este reino del Rey Demonio.

El capitán Constantino interrumpió consternado hasta que fue detenido por el sumo pontífice.

– ¿Puede ser más específica su santidad?

-Freyla.

El rostro del papa se abrió sorprendido.

-Entonces ya lo sabe.

-Lo supe hace no mucho que usted utilizó al héroe para que me vigilara.

-Disculpe sus santidades, pero no entiende muy bien a lo que se refieren.

El capitán Constantino estaba algo perplejo de lo que estaba pasando.

-Oh mil disculpas capitán, usted no lo sabía. Déjeme presentarle ante usted:

Ella es santa Ciel, la reencarnación de la fundadora de la religión oficial del Reino de Fragia: La Diosa Freyla.

– ¡¿La diosa Freyla?!

El capitán miró consternado a la pequeña chica de cabello oscuro que tenía frente a él, era tan pequeña que casi podría ser su propia hija, pero dentro de ella al parecer residía la mismísima diosa Freyla.

-Veo que finalmente nos ponemos serios.

Una voz diferente se hace eco en el monumental despacho del papa, una voz que nadie reconocía excepto quienes estuvieron en el enfrentamiento que tuvo el héroe ante Ciel.

-Es un honor tenerla frente a nosotros, Diosa Freyla.

Esa voz misteriosa venia del asiento donde Ciel estaba sentada, la santa dejó ver su rostro con un tono sobrenaturalmente serio con los ojos totalmente abierto, sus pupilas habían cambiado de color a uno dorado diferente a los usuales ojos verdes de Ciel.

-Miserable, supe que utilizaste al héroe Alexis para vigilarme. Fue por eso que Alexis se casó con Ciel.

Por encima de la santa sede se arremolinaron varias nubes iluminadas por una luz dorada con un fuerte viento que llamaba la atención de todo el mundo, algo muy serio estaba sucediendo dentro.

-Oh gran diosa nuestra por favor disculpe mi insolencia, hicimos lo que pudimos para mantenerla a salvo y el mejor candidato era el héroe Alexis.

De forma sorprendente pese a todo el escenario el papa estuvo tranquilo y sereno como si no le hubiera afectado lo que veía.

– ¿Crees que no sería capaz de defenderme por mí misma? Yo misma derroté al héroe Alexis.

-Lo… ¿Derrotó?

La mirada del papa se perturbó un poco, pero hacia lo posible para mantener la compostura.

La pequeña chica se paró repentinamente y con una mano alzada apuntó al sumo pontífice con su mano derecha, una esfera dorada de energía sagrada se formó.

– ¡SU ANTIDAD!

En medio se los dos se interpuso el capitán Constantino quien se lo vio algo nervioso al encarar a algo tan repentino y desconcertante. El papa estuvo aparentemente tan tranquilo como siempre pero junto a su lado estaba su bastón el cual apretaba con fuerza.

– ¿Te arrepientes de lo que has hecho viejo?

La tensión estaba al máximo, en cualquier momento todo podría explotar y causar un auténtico caos que podría derrumbar las bases del reino.

-Si, me arrepiento su santidad. No debí haber actuado así.

Entonces la esfera de energía dorada desapareció, los ojos de la diosa se cerraron y al volver a abrirlos de nuevo eran de color verde. Las nubes que rodeaban la santa sede desaparecieron al igual que los fuertes vientos que lo acompañaban.

-Entonces supongo que está bien.

Ciel aparentemente volvió a ser la que hablaba, tanto el papa como el capitán Constantino volvieron a estar a salvo.

-Como pueden ver la diosa Freyla está muy enojada por lo que hicieron al igual que yo, pero no quiero que las cosas vayan a peor. Si usted está de verdad arrepentido de lo que hizo entonces puedo perdonarlo.

– ¡Estoy sumamente agradecido por su piedad, oh magnánima diosa!

El papa se expresó agradecido de una forma bastante anormal a comparación de su comportamiento todo este tiempo.

-Usted también capitán, dele el respeto que merece que está ante la diosa.

-Oh, si, mil disculpas ¡muchas gracias su magnánima!

Detrás de Ciel estaba Esmeralda quien tras todo el escandalo ocurrido no hacia más que mirar preocupada lo que había pasado.

De repente la puerta fue abierta por toda la guardia personal del papa.

– ¿Su santidad se encuentra bien? Vimos varias señales de energía sagrada concentradas aquí.

-Oh gracias por venir, pero como pueden ver estamos muy bien ¿Verdad su santidad?

El papa miraba con una sonrisa despreocupada a santa Ciel.

A las afueras de la santa cede estaban Ciel y Esmeralda retirándose del lugar.

– ¡Ciel, eso fue increíble! Como doblegaste al viejo con tu presencia.

Ciel estaba callada.

– ¿Viste al capitán Constantino? Estaba que se orinaba de miedo jaja no tengo pruebas, pero tampoco dudas.

La santa seguía sin responder.

– ¿Ciel me estas escuchando? ¿Hola?

-Lo siento, estaba pensando en cosas.

-Les hiciste creer de verdad que estaban ante Freyla, actuaste muy bien.

-… si hubiera dejado salir de verdad a Freyla ella hubiera destruido todo este lugar, esto me hace preguntar si lo de tenerme vigilada era verdaderamente necesario.

-Ciel…

Esmeralda se paró frente a Ciel tomándola de los hombros mirándola seriamente.

-Hiciste lo mejor que pudiste, en todos los años que llevo conociéndote es la primera vez que te he visto tan valiente. Te enfrentaste a Alexis y le ganaste, ahora encaraste al mismísimo papa e hiciste que se doblegara. En verdad estas provocando una auténtica revolución, deberías estar orgullosa.

Ciel miró a su amiga quien era demasiado alta a comparación de ella y esbozo una melancólica sonrisa.

-Muchas gracias Esme… eres mi mejor amiga.

Entonces unos caballeros corrían de un lado al otro y entre ellos se escuchaban varios mencionar algo.

-La princesa Beatriz ha regresado al castillo

La mirada de Ciel y Esmeralda se abrieron ante lo que escuchaban.

– ¿Ya regresó? ¿No se suponía que ella esperaría a que la fuéramos a ver antes?

Decía Esmeralda.

-Betty…

En una terraza lejana alguien las estaba observando, era el capitán Constantino y a su lado el papa.

-Ya se están alejando su santidad.

-Gracias capitán.

– ¿Y qué piensa hacer ahora?

Con una pipa en la mano el sumo pontífice estaba leyendo un libro antiguo mientras utilizaba sus lentes para la ocasión.

-Como pudo observar por sí mismo Ciel es una autentica amenaza, sin el héroe Alexis que le pueda parar los pies estamos a su merced. Por cierto, capitán Constantino hizo una actuación esplendida en ese momento, nunca sospecharan que usted ya sabía sobre Freyla.

-Aun así, fue aterrador estar frente a ella, nunca en mi vida había sentido un poder tan grande. No me sorprende que el héroe Alexis haya perdido ante ella ¿Ha pensado en como decirle al público lo que ha ocurrido? Sus feligreses querrán una explicación.

-De eso no hay problema, solo debo hablar con el rey Bartholomeo y que nos pongamos de acuerdo con lo ocurrido con nuestras protegidas y a base de aquello hacer un comunicado oficial.

-Como siempre, ha pensado en todo, pero ¿Qué haremos con santa Ciel?

El papa cerró su libro antiguo quitándose los lentes.

-Por ahora cederemos un poco ante sus caprichos, sin el héroe Alexis nosotros tendremos que hacernos cargo de esta amenaza que atenta contra las tradiciones y principios de la iglesia y el reino.

-Pero su santidad Ciel es extremadamente poderosa, no tendríamos oportunidad ante ella si en verdad derrotó al héroe Alexis.

-Entonces solo debemos buscar un poder que le haga frente ¿Ya han dado con una pista de donde se podría ocultar el núcleo del Gran Mago Oscuro verdad?

-Si, según nuestros informantes se encuentra en el territorio de las brujas, solo debemos averiguar que aquelarre lo tiene y procederemos de inmediato.

El papa esbozó una sonrisa.

-Muy pronto tendremos que lanzar una nueva cruzada, todo por el bien de nuestra religión.

Ya era de noche y la luna estaba en cuarto menguante. Los jardines del gran castillo de los Bertrand eran tan impresionantes como lo contaban los rumores, allí estaba Beatriz observando las flores. Detrás de la princesa estaba su Matilda quien la vigilaba de todo peligro hasta que de repente una entidad se aproximaba a lo lejos.

-Princesa, ya está aquí.

-Gracias Matilda, espérame aquí, no dejes que nadie se aproxime.

-Lo que usted diga.

La princesa se alejaba hacia donde esa figura la esperaba en lo que una chica se aproximaba a Matilda, era la hermana Esmeralda.

-Buenas noches, Matilda, hace mucho frio ¿No crees?

-Buenas noches Esme, ha sido un día muy largo ¿También estuviste todo el tiempo con tu ama?

– ¡Oye, que no soy una criada! ella no es mi ama, es mi diosa.

-Oh…

Con una mirada algo fría la observaba la criada a la hermana.

– ¿Qué sucede? ¿Estás celosa?

La hermana replicaba con una sonrisa burlona a la criada.

-No se dé qué me estás hablando.

– ¡Jaja! Está bien ¿Y cómo les fue a ustedes? Me enteré de que la princesa fue a hablar con su padre y hermano en privado.

– ¿Cómo te enteraste?

-La iglesia tiene buenos contactos y sobre todo las chicas tenemos nuestras formas.

-Me pregunto cuales formas, en fin, si, es tal y como dices. Beatriz fue a hablar directamente con su familia en privado.

– ¿Puedes contarme de que hablaron?

– ¿Y por qué debería?

– ¡Oh por favor! No seas así.

La hermana picaba las mejillas de la criada mientras hacia puchero con su boca.

– ¡Detente!

La criada la alejaba.

– ¡Jaja! Pero hablando en serio, ambas somos cómplices ¿No? Estoy segura de que estuviste presente en todo momento con Beatriz al igual que yo con Ciel.

– ¿Tú también? Ciel realmente te tiene en alta estima.

– Ventajas de ser una devota de la diosa supongo.

Ambas chicas miraban a lo lejos como Beatriz y Ciel estaban conversando.

-Está bien, te lo diré, pero si se lo dices a alguien más entonces nunca más confiaré en ti.

-Lo mismo digo, no es por presumir, pero ahora somos las damas de confianza de nuestras respectivas protectoras e hicimos una promesa.

– ¿Ayudarnos para que nuestras señoritas estén juntas?

-Tu si me entiendes.

Esmeralda acariciaba el cabello de Matilda como si de una hermana mayor se tratara.

En el centro del jardín real estaban Beatriz y Ciel, las esposas del héroe el cual había desaparecido repentinamente.

-Betty.

-Ciel.

Después de todo lo que habían pasado ambas chicas había muchas cosas que discutir y puede que de esta conversación su relación cambie completamente.

-Continuará-