Nota: Agradezco nuevamente a Mime_draws02 por sus donaciones en twitch para adelantar el tiempo de espera para el nuevo capítulo de Arcoíris Lunar, espero que le vaya a gustar este nuevo capítulo donde habrá algunas sorpresitas.
«¿…Araga…san?» Sayo estuvo en el restaurante esperando a su novia Utena la cual estaba tardando, tanto que le empezó a preocupar, pero nunca se imaginó encontrar a Araga Kiwi lo cual podría traer una hecatombe en su ya convulsionada vida, pero algo estaba fuera de lugar.
«Araga-san… Pero ¿qué te pasó?» Sayo reaccionó preocupada al verla a Kiwi.
Kiwi tenía un enorme chichón en la cabeza, su mejilla estaba algo inflamada, algunos raspones y moretones a medio curar con vendajes, curitas y parches.
«¡Kiwi-chan! ¡Te dije que no te me adelantaras!» A su lado entró Hiiragi Utena con exactamente las mismas heridas a medio curar que su amiga Kiwi.
«¡¿U-U-Utena-sama?!» Sayo se aterró al ver a su amada en ese estado tan lamentable.
«¿Pe-pero que está pasando aquí?» Sayo no sabía lo que pasaba.
«Nos peleamos por ti.» Dijo Kiwi con una cara de pocos amigos lo cual hizo que Sayo se asustara más.
«¡Q-QUÉ NO ES ASÍ KIWI-CHAN!» Utena retaba a su amiga.
…
Sayo, Utena y Kiwi estaban sentadas en el restaurante, varias de las meseras que pasaban por allí miraban con extrañeza al par de chicas con vendajes y curitas en sus caras como si hubieran salido de una pelea de boxeo.
«¿E-entonces ambas se metieron en una pelea?» Sayo preguntó mientras trataba de beber su agua con algo de nerviosismo.
«S-si…» Utena miraba al piso mientras apoyaba sus manos en sus piernas y Kiwi a su lado veía hacia otra dirección para no cruzar miradas con Sayo.
En la mente de Utena se podía ver como después de recibir tremendo golpe del peluche de Nero Alice Kiwi se transformó en Leopard para salir volando a por la chica que le «robó» la castidad a su amiga y entre todas las villanas trataban de frenarla otra vez y entonces una Nero Alice muy enojada con ojos brillosos y un aura tenebrosa las metió a la fuerza a su casa de muñecas.
Tras unos minutos intensos donde la casa de muñecas de Nero Alice tambaleaba, hacia ruidos extraños y temblores extremos, todas las villanas, incluida Utena, fueron expulsadas nuevamente hacia afuera pero totalmente apalizadas y noqueadas entre ellas Kiwi la cual por alguna razón tenía una jeringa clavada en su culo.
«¿Po-porque a nosotras… también?» Se quejaron Loco Música y Leberblume las cuales estaban amarradas con vendajes y con sus piernas indecorosamente abiertas y entre cruzadas entre ellas.
«G-gracias… Korisu…chan…» Baiser yacía en el piso con el culo alzado casi al aire y con unas enormes marcas enrojecidas en ellas.
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En las instalaciones de la Base Natch yacía la criatura mágica color petróleo con algunas curitas en su cuerpo flotante, detrás de ella yacía una mujer altísima con caderas enormes y fértiles y unos pechos gigantescos mientras vestía unas ropas de aparente monja, pero del pecado.
«Venalita-san ¿Qué te pasó? Te ves terrible.» Lo dijo la monja pecaminosa mientras lloraba falsamente.
«No es nada, solo un imprevisto, pero más importante quiero que investigues a algo, o a alguien.» Pedía la criatura mágica recordando el momento donde la pared donde yacía mirando a Utena y a Kiwi copular explotaba frente a su indiferente rostro.
«¿Alguien? ¿A quién?» Preguntó la monja lasciva.
«No sabemos con exactitud, pero alguien ingresó a nuestros dominios sin que nos enteráramos, si una chica mágica forzara su entrada aquí lo habría detectado inmediatamente, pero la persona que atacó la Base Natch aparentemente sabe cómo entrar sin ser detectada.» La criatura mágica de color chocolate se volteó para ver a su subordinada de cuerpo pecador.
«Quiero que la busques y la investigues.» La cara de Venalita formó una expresión algo escalofriante pese a su falta de emociones.
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En las calles transitadas de la ciudad en pleno anochecer se encontraban caminando Haruka y Kaoruko, las mujeres a su alrededor conversaban, se reían, algunas otras se tomaban de las manos, Kaoruko las vio y sintió algo de envidia.
«La señora Minakami siempre es muy amable, esas galletas y té estuvieron deliciosas ¿Tú qué opinas Kaoruko-chan? ¿Kaoruko-chan?» Haruka se percató que su amiga rubia no le hacía caso.
«Oh, pe-perdón, estaba algo distraída.» Kaoruko reaccionó ante el llamado de su «amiga»
«¿Pasa algo Kaoruko-chan? Has visto mucho a las chicas que pasan a nuestro lado ¿Acaso alguna te gusta? Bromeo jeje.» Dijo Haruka en forma de broma.
«¿Qué?» Kaoruko-chan frunció su ceño ante lo que dijo su «amiga».
«¡Yo nunca miraría a otra chica así de fácil!» Dijo una indignada Kaoruko.
«Pe-perdon, jeje ¿E-entonces que deseas hacer?» Preguntó Haruka algo nerviosa ante la reacción exagerada de su amiga.
«Yo… yo quiero…» Kaoruko sudaba un poco, las chicas a su alrededor seguían caminando siendo que muchas de ellas se tomaban de sus manos.
«¿Sí?» Haruka sonreía inocentemente.
«¡QUIERO HACER ESTO!» Kaoruko agarró de la mano a Haruka repentinamente.
«¡Kya!» Haruka se sorprendió un poco ante lo que hizo Kaoruko.
«¿Te molesta que quiera hacer esto?» Dijo Kaoruko con un notorio sonrojo pese a que trataba de mantener su cara de pocas amigas.
«N-no, está bien que nos tomemos de la mano hasta que separemos caminos.» Dijo Haruka un poco nerviosa, pero manteniendo su sonrisa angelical.
…
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«Utena-chan me dijo que empezó a salir contigo ¿Eso es verdad?» Preguntó desafiantemente Kiwi frente a una Sayo muy nerviosa siendo incapaz de verla a los ojos.
«Y-yo…» Sayo no sabía que decir.
«También me enteré de que la desfloraste antes que yo.» El rostro de Kiwi se veía más serio y sombrío juzgando con su mirada a la chica de cabello azulado.
«¿Heee?» Sayo alzó la mirada enrojecida mientras buscaba ayuda a su pareja quien yacía también sonrojada mirando, pero a sus piernas.
«La cena ya está servid-» La camarera llegó con unos platillos familiares, pero no pudo terminar su frase cuando escuchó esto:
«Utena-chan me prometió ir a un hotel, pero tú ya la habías desflorado antes que yo ¿Acaso le hiciste que me pusiera los cuernos?» Kiwi lo dijo sin rodeos mientras la mesera no hacía más que sudar del incomodo momento en que se encontraba.
«Qu-que lo disfruten…» La mesera dio media vuelta inmediatamente caminando lo más rápido posible para alejarse de ese nido de serpientes.
«N-no es lo que parece… bueno si…» Utena trató de reaccionar alzando su brazo tratando de disculparse con la mesera, pero sabía que era inútil.
«Respóndeme Minakami Sayo, o no sé lo que podría hacer…» Kiwi lo dijo casi como si fuera una amenaza mientras que debajo de la mesa tenía una de sus manos con su dispositivo de transformación listo para usarse si la respuesta no era la que esperaba.
«¡KI-KIWI-CHAN NO!» Utena trataba de persuadir a su amiga reconociendo que quizás Nero Alice debió dejarla encerrada en su casa de muñecas como habían sugerido sus amigas.
Sayo estaba frente a las chicas, no sabía que reaccionar ante lo que sucedía, sentía un enorme escalofrió, Kiwi no lo sabía, pero Sayo ya sabía su verdadera identidad, ahora la cuestión era si esa situación terminaría en pelea por lo cual ella tendría que transformarse revelando su verdadera identidad.
«¿Qué le sirvo señorita?» Una mesera llegó a una mesa al fondo del restaurante, pero con la vista perfecta para ver lo que ocurría entre el trio de chicas discutiendo.
«Un jugo de sandia por favor.» Respondió la chica la cual utilizaba una gorra marrón y al mismo tiempo una mascarilla y gafas que cubría su rostro.
«Entendido.» La mesera se retiró del lugar.
La chica misteriosa utilizaba una vestimenta marrón casi como el de las clásicas detectives de las películas, lo único que se le veía de su ser era un mechón de cabello rubio.
La chica espiaba todo lo que hacían Sayo, Utena y Kiwi esperando su oportunidad de interferir si algo pasaba.
«Y-yo…» Sayo no sabía que responder, estaba nerviosa, casi sintiendo escalofríos, pero a su lado estaba su novia muy nerviosa, sabía que si su respuesta no era convincente se armaría una tremenda pelea que lo destruiría todo.
«¿Destruir?» Pensó Sayo, en ese momento todo lo que había a su alrededor perdió color como si se hubiera paralizado el tiempo.
«Si, destruir.» Una sombra babosa se posaba a un lado de Kiwi con su mirada conflictiva, esa entidad acarició el rostro de Kiwi con sus afiladas garras.
«Esta muchacha es tu enemiga, deberías aprovechar esta situación para matarla y quedarte con Utena.» La criatura quebró el cuello de Kiwi pero enseguida, como si retrocedieras la cinta de una película, Kiwi estaba como nueva.
«Araga Kiwi se interpone en nuestro camino para con Baiser-sama.» La criatura se puso ahora al lado de Utena lamiendo su mejilla con su lengua asquerosamente larga.
«N-no, no puedo hacerlo…» Pensó Sayo. «¿Quién eres? ¿Qué quieres de mí? ¿Acaso me estoy volviendo loca?» Sayo miraba a todos lados de forma errática buscando entender lo que pasaba.
A varios metros de la mesa la chica misteriosa sintió algo, como una corriente eléctrica que pasaba por su cuerpo indicándole que algo malo estaba pasando, era lo que más temía.
«No, Sayo-chan, por favor no te dejes corromper.» La chica misteriosa miraba con preocupación a Sayo.
«No quiero tener que hacerlo…» La chica tenía su mano metida en su bolsillo sosteniendo algo con nerviosismo.
«Sayo-chan…» La mano de Utena estaba encima de la mano de Sayo, la villana se había cambiado de asiento para estar al lado de la chica mágica.
«¿Utena-chan?» Kiwi miraba con impacto a la chica que amaba frente a otra chica.
«Lo siento Kiwi-chan, la verdad es que la promesa que te hice fue antes de que saliera con Sayo-chan, pero yo nunca tuve la intensión de romper nuestra promesa.» Utena miró el rostro de Sayo la cual al verla a su lado no pudo hacer más que derramar una lagrima.
«¡NO! ¡NOOOO! ¡TU DEBES MATAR A KIWI! ¡NOOO!» La criatura amorfa, negra y viscosa se derretía en lo que Utena le sonrió a Sayo.
«Si…» Sayo sonrió y puso su otra mano encima de la mano de su novia.
«Araga-san, Utena-chan tiene razón…» Sayo dijo calmadamente.
«¿Utena-chan?» Utena se sorprendió al escuchar cómo se refería a ella sin el «sama» al final.
«Ambas estamos saliendo, no puedo seguirlo ocultando…» Sayo apretó la mano de Utena.
«Amo a Hiiragi-san, no, amo a Utena-chan.» Sayo se paró de la mesa mientras seguía sosteniendo la mano de Utena.
«La amo más que nada en este mundo, mi corazón y mi cuerpo le pertenecen, quiero hacerla muy feliz, quiero que seamos felices juntas una al lado de la otra.» Sayo lo decía con firmeza y determinación mientras Kiwi solo veía impactada lo que pasaba, su mano temblaba al sostener su dispositivo de transformación bajo la mesa.
«¡AMO A UTENA-CHAN! ¡Y NO DEJARÉ QUE NOS SEPARES!» Sayo lo dijo en voz alta haciendo que todas las chicas lo escucharan claramente incluyendo la chica misteriosa al fondo del restaurante.
«Sayo-chan…» La chica misteriosa tenía ya su bebida de sandia en su mano, pero en uno de sus ojos parecía que se le quería derramar una lagrima.
El restaurante quedó en silencio sepulcral por unos segundos, las meseras, las chefs, las demás clientas miraban con nerviosismo esperando la respuesta de la enana de pechos enormes.
«¡TU!» Kiwi se paró de la mesa con furia y sus ojos encendidos con rabia mirando a Sayo.
«¿Qué hacemos? ¿Llamamos a seguridad?» Una de las meseras le hablaba en voz baja a la gerente del restaurante.
«No, espérate, esta bueno el chisme.» Dijo la gerente mientras comía unas palomitas.
Sayo tragaba saliva mientras esperaba la respuesta de Kiwi quien apretaba los dientes con furia, pero tras unos segundos su mandíbula dejó de presionar con fuerza calmándose un poco.
Unas gotas cayeron en la mesa donde ellas estaban sentadas, una tras otra.
«Felicidades…» Se escuchó una voz algo quebrada.
«Felicidades Utena-chan… encontraste una buena chica que te proteja.» Kiwi alzó su rostro mientras sonreía, pero al mismo tiempo sus ojos no paraban de llorar, las lágrimas caían de sus mejillas como si de su vida dependiera de aquello.
«Kiwi-chan…» Los ojos de Utena también derramaban lágrimas, pero de felicidad al ver que su querida amiga las aceptaba.
«Gracias Araga-san, prometo que la cuidaré con mi vida.» Dijo Sayo también con sus ojos humedecidos.
«Más te vale, o vendré a robartela de inmediato…» Kiwi se limpiaba los ojos con sus manos.
«Por favor, tenga.» Una camarera trajo un plato con un pañuelo la cual Kiwi agarró de inmediato para sonarse la nariz con mucha fuerza.
«Qué hermoso final.» La gerente del restaurante también se limpiaba los ojos al mismo tiempo que la camarera a su lado se sonaba la nariz.
…
…
…
Haruka y Kaoruko caminaban tomadas de las manos, Haruka con alegría e inocencia mientras que Kaoruko estaba sonrojada y nerviosa.
«¿Crees que a Sayo-chan le haya ido bien en su cita?» Preguntó Haruka a su amiga.
«E-espero que sí, más le vale tras todo lo que e-emos hecho por ella…» Kaoruko respondía con nerviosismo.
Sentir el calor de la mano de su amiga la hacía ponerse nerviosa y algo agitada, sentía como su corazón bombeaba más sangre de lo habitual.
«Tener citas debe ser algo genial.» Dijo alegre Haruka cuando de repente sintió que no podía avanzar, su amiga se había detenido.
«¿Kaoruko-chan?» Pregunto Haruka.
«¿No te olvidas de nuestra promesa?» Preguntó Kaoruko.
«¿Promesa? ¡Ah! Nuestra cita este domingo.» Dijo Haruka sonriendo.
«S-si…» Kaoruko se acercó a Haruka mirando hacia abajo sonrojada.
«Este día domingo no vayas a faltar o me voy a enojar…» Kaoruko le dio un pequeño golpecito en el pecho a su «amiga» para luego sonreír tímidamente.
«Claro que no me olvidaré, estoy esperando ese día con muchas ansias.» Dijo Haruka sonriendo.
«Eres tan inocente, por eso te quiero tanto…» Dijo en voz baja Kaoruko.
«¿Dijiste algo?» Preguntó ingenuamente Haruka.
«¡N-Nada…! Bueno, ya aquí nos separamos, nos veremos este domingo, cuídate Haruka-chan.» Kaoruko caminó rápidamente hacia otra dirección.
«Cuídate Kaoruko-chan, nos vemos.» Haruka se despedía de su amiga extendiendo su brazo, cuando ya no pudo verla más abrió su mano mirándola fijamente.
«Kaoruko-chan…» Haruka recordó lo que pasó en el hotel «Delicioso» ese fin de semana inolvidable en la playa.
…
…
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En el restaurante todo estaba de nuevo bajo la normalidad habitual o eso crían, la realidad era otra.
«Y entonces Utena-sama me amarró con sus poderosas sogas apretando mis brazos y piernas y-» Sayo hablaba sin tapujos frente a una Utena quien estaba totalmente sonrojada tapando sus ojos.
«¿En serio? Pues a mi Utena-chan me dejó abrirle sus piernas para-» Kiwi también contaba orgullosa su experiencia con Utena.
Una mujer en la mesa al lado de las chicas dejaba caer su trozo de carne de su tenedor, sus mejillas estaban totalmente sonrojadas, al lado la gerente tenía la nariz tapada con un pañuelo ensangrentado.
«¿En serio hicieron eso? No conocía ese lado de Utena-sama» Dijo Sayo sorprendida mientras Kiwi yacía frente a ella con un filete a medio comer.
«Jeje, para que veas lo genial que soy.» Dijo Kiwi orgullosamente para después terminarse el filete.
«Por favor… mi reputación… mi dignidad…» Utena no podía ocultar su infinita vergüenza.
«Perdón Utena-sama, es que solo con Kiwi-chan puedo conversar de estas cosas.» Sayo trataba de consolar a su novia avergonzada.
«Jejeje, Utena-chan al principio estaba preocupada de que chica seria tu novia, pero veo que estas en buenas manos.» Kiwi sonreía, pero entonces miró a la nada.
«Ojalá pueda encontrar a alguien así.» La mirada de Kiwi reflejaba melancolía.
Utena y Sayo miraban con algo de pena a Kiwi para luego verse a sí mismas.
«Utena-sama…» Azul acercó su rostro para susurrarle algo a Utena.
«¿QU-QU-QUEEEEE?» Utena se sonrojó intensamente luego de pegar un gran grito.
«¿Estás hablando en serio Sayo-chan?» Utena preguntaba a su novia.
«Si, estoy segura, si es con ella estoy segura.» Sayo sonreia seriamente.
…
…
…
La chica misteriosa seguía a Sayo, Utena y Kiwi caminando juntas, al mismo tiempo que bebía un jugo de tapioca.
«¿A dónde van estas chicas? Espero que no me causen tantos problemas.» Las luces de la ciudad eran intensas, colores fucsia y violeta.
«Aquí está, entremos.» Sayo les indicó el camino a Utena y Kiwi.
«¡SERAS HIJA DE PUT-!» La chica misteriosa escupió su bebida al ver que las tres chicas entraron a un hotel de amor con el cartel que decía su nombre «Tortilleras»
Arriba en uno de los edificios se encontraba una figura de cuerpo erótico, pero con ropa de monja observando toda la situación.
«Te encontré…»
– Continuará…