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(Fanfic) Mahou Shoujo ni Akogarete: Arcoíris Lunar / Capítulo 25: Una bañera de dos

Nota: Escribir este capítulo fue algo complicado ya que tenía la incógnita de cómo hacer que Kiwi y Sayo se relacionaran y encontré una forma y su nombre es «Utena» espero les guste este capítulo sobre todo por la introducción de «la chica misteriosa.» 

Utena, Sayo y Kiwi entraron en un hotel de amor llamado «Tortillería» y cuando Utena pasó por el mostrador ella dejó una tarjeta el cual la encargada recogió y entonces se escuchó un sonido.

«Pit, pit, pit.» 

«¿He? ¿Qué fue ese sonido?» Utena se puso nerviosa.

«Felicidades, por ser cliente frecuente tiene un 50% de descuento.» Dijo una voz femenina detrás del mostrador, solo había una abertura donde salía la mano de la chica, el resto era un enorme cristal negro, eso era común para evitar que las chicas que entraran tuvieran alguna clase de vergüenza.

«¿De-descuento?» Dijo Utena algo sorprendida.

«¿Cliente frecuente?» Una voz fría y seca se pudo escuchar, era de Kiwi quien estaba detrás de ella.

«¿Heeeee?» Utena se dio cuenta que ese pequeño acto que realizó la desenmascaró.

«¿Cuantas veces han venido ustedes a estos hoteles?» Kiwi sonreía, pero al mismo tiempo una enorme sombra la rodeaba.

«E-e-e…» Utena se puso muy nerviosa pero luego unas manos las agarraron a ambas.

«Chicas, no hay que incomodar a las demás clientas.» Dijo Sayo seriamente cerrando sus ojos.

Utena y Kiwi vieron a sus alrededores, eran varias parejas de chicas que entraban y salían, algunas de ellas empezaron a murmurar.

«¡Ah!» Utena dio un grito seco y apagado para posteriormente las tres chicas ir a los elevadores.

Detrás del mostrador la chica que atendió a Utena y las demás se levantó de su asiento, tomó su teléfono móvil y escribió algo en un chat privado y le dio a enviar.

Tras unos milisegundos ese mensaje llegó a otro teléfono móvil siendo sujetado por una criatura mágica voladora color alquitrán.

«Ya veo, así que ambas entraron allí.» Venalita escribió algo también, pero en otro chat y le dio a enviar.

En la cima de un edificio se encontraba aquella monja de cuerpo que incitaba al deseo.

«Ara ara, pero que veloz eres Venalita-san.» La «monja» con apariencia de súcubo le devolvió el mensaje a la criatura mágica para luego guardar su teléfono en medio de sus enormes pechos.

Chat:

– Sister Gigant, una de mis empleadas me ha escrito que Utena, Kiwi y Sayo han entrado a uno de mis hoteles.

– Si Venalita-san, estoy justo en frente de uno de tus hoteles, la intrusa las ha estado siguiendo.

– Ya veo, síguelas vigilando, infórmame de cualquier novedad.

– Si.

El chat se cerró.

En la residencia de la familia Minakami se encontraba la matriarca sentada en una mesa con una taza de té al lado, ella tenía el álbum escolar de su hija abierto.

La señora se encontraba viendo las fotos del anuario escolar donde estaban todas las alumnas del salón de clases, miraba cada rostro en ella buscando algo o a alguien en especial.

«Hanabishi Haruka, Tenkawa Kaoruko…» Repetía la madre hasta que se detuvo.

«Hiiragi Utena… ¿Hiiragi?» Después de repetir ese nombre los labios delineados con el sensual lápiz labial rojizo mosquearon una sonrisa.

«No creí que el destino fuera a regresarnos a aquellos tiempos.» La señora Minakami bebió de su taza de té tradicional.

En el cuarto del hotel estaba Utena sentada encima de la cama.

«¿Por qué irán ustedes solas a bañarse?» Utena preguntó sorprendida.

«Lo siento Utena-chan, Kiwi-san y yo tenemos algo de qué discutir.» Dijo Sayo comportándose de la forma más calmada y diplomática posible.

«Si, tenemos mucho de que conversar.» Dijo Kiwi con mirada seria pero graciosa.

«He… ¿E-estarán bien?» Preguntó Utena imaginando que ambas estarían peleando en el baño con Kiwi agarrando del cabello a Sayo y metiendo su cabeza en el escusado mientras la chica de cabello azulado tendría una cara de placer.

En el baño entraron Kiwi y Sayo.

«Utena-sama estaba realmente nerviosa al vernos entrar al baño.» Dijo Sayo quien se estaba quitando lentamente su blusa dejando al descubierto un brasier blanco con decoraciones varias en ella en forma de flores.

«Si, de seguro imaginó que estaría intentando ahogarte en el escusado como si fuera una especie de bully jeje» Kiwi se quitó su camiseta bruscamente haciendo que sus pechos se movieran, usaba un brasier negro con varias decoraciones semi transparentes dejando poco a la imaginación.

«Wow… Kiwi-san tienes unos gustos… increíbles.» Sayo reaccionó al ver la tremenda lencería que traía Kiwi, era mucho más atrevida que la de ella, demostraba la pasión que la chica Araga tenía hacia Utena.

«Si… pero eso no fue suficiente para conquistar a Utena-chan…» Kiwi bajó la mirada tristemente.

«Lo siento…» Sayo se disculpó con su rival amorosa.

«Jeje, cállate, ya te dije que si no la sabes aprovechar te la robaré de inmediato…» Kiwi no quería ver a Sayo, no quería recordar por qué Utena la eligió en lugar de ella.

Encima de un edificio al lado del hotel se encontraba aquella chica encapuchada mientras abría un empaque que compró en la tienda de conveniencia.

«¿Tenedores? Ese cabrón no me puso palillos ¿Como carajos voy a comerme mi udon sin palillos? pendejo.» Se quejó la chica «misteriosa»

«Como sea, debo estar atenta, no puedo permitir que todo eso vuelva a ocurrir…» De la mente de la viajera misteriosa se pudo ver siluetas malignas que llenaban las calles con caos, destrucción, con chicas corriendo por todos lados pero que eran agarradas por esas criaturas y…

«No, no, no, enfócate en tu misión, o su sacrificio habrá sido en vano…» La chica comió sus alimentos con esfuerzo para luego beberse su jugo en un cartón pequeño.

«Ara ara ¿Pero que tenemos aquí? una pequeña espía pervertida» La voz de una mujer en edad fértil se pudo escuchar de repente.

«¡¿Qué?!» La chica misteriosa sorbió lo que le quedaba del udon y apretó toda su caja de jugo para terminar de beberla.

«N-no las estoy espiando porque sea una mirona pervertida y yo… tu…» La chica misteriosa se puso en alerta.

Ambas chicas estaban encima de un edificio donde las únicas luces eran las que estaban en las calles, el viento soplaba fuerte y los restos de la comida que la chica misteriosa comió salieron volando.

«Carajo, de todas las personas ¿Por qué estas tú aquí?» La chica misteriosa lo dijo algo irritada.

«Una intrusa atacó las instalaciones de Enormita esta tarde sin ser detectada, era como si intentara evitar algo o que alguien no hiciera algo.» La monja de cuerpo pecador inclinó su cabeza hacia un lado e hizo una mirada aterradora. «¿Fuiste tú?»

«… ¿No me estarás confundiendo con alguien?» La chica misteriosa trató de disimular.

«No me mientas chiquilla, puedo sentirlo, hay algo dentro de ti que me resulta muy familiar.» La monja apuntó con su dedo hacia la chica misteriosa, un aura algo siniestra yacía allí.

«Tche… por eso odio a las zorras de Enormita…» La chica misteriosa se irritó, pero luego se tranquilizó tomando algo de aire.

 «Ahora no tengo tiempo para esto…» La chica misteriosa miró hacia un lado, donde estaban unos montes.

«Veo que en esta época aún existen esos montes, perfecto.» Sonrió la chica misteriosa viendo hacia los exteriores de la ciudad.

«¿Qué dijiste?» La monja de cuerpo sensual no entendía que decía la chica misteriosa, pero eso no importaba, Venalita quería a esa chica sea como sea.

La monja engrandeció su brazo apuntando hacia la chica misteriosa para darle un buen golpe, pero antes de que se diera cuenta.

«Ups, perdón, es que estabas en mi camino.» Una bota se postró sobre el rostro de la monja.

«¿En qué momento?» La monja no podía creer la velocidad en que se movió la chica.

«Sígueme monja depravada, si es que puedes.» La chica misteriosa sonrió de forma burlona para después desaparecer, pero dejando una estela de electricidad amarillenta que mostraba hacia donde iba.

«Esa mocosa…» La monja estaba irritada.

En el hotel «Tortilleras»:

Los baños del cuarto eran grandes, lo suficientemente como para que ambas chicas se pudieran asear cómodamente mientras yacían sentadas en un banquillo.

Desde que ambas chicas se desnudaron y se empezaron a limpiar no han dicho nada, eran momentos muy incomodos, ambas chicas estaban llenas de espuma.

«Kiwi-san, estoy enamorada de Utena-chan.» Dijo Sayo.

«Lo sé, Utena-chan me lo demostró en el restaurante.» Le respondió Kiwi.

«Al principio no estaba segura de mis sentimientos, estaba tan insegura, tan frágil, sentía que solo con tener un poco del amor de Utena-chan era suficiente para mí, pero en el fondo me dolía, quería más de ella, quería ser su pareja.» Sayo lo dijo seriamente para luego echarse un gran balde de agua en su cuerpo limpiándola de la espuma.

«Sayo…san…» Kiwi pudo escuchar aquello que dijo su rival del amor, pero no había forma en que se lo pudiera refutar.

«Utena-chan fue la primera chica que me dijo que era la más linda del mundo, antes intentaba tener el aprecio y admiración de los demás, pero desde que conocí a Utena-chan me sentí realmente apreciada y quizás amada…» Kiwi también se tiró un balde de agua.

Tras unos segundos ambas chicas finalmente voltearon sus miradas, el ambiente estaba lleno de humedad por el agua caliente.

«Kiwi-chan, prometo con mi vida hacer feliz a Utena-chan, sé que tengo muchos defectos, pero mis sentimientos hacia ella son genuinos, quiero pasar el resto de mi vida con ella.» Sayo lo dijo seriamente.

Kiwi se quedó viendo los ojos determinados de Sayo por varios segundos, dicen que los ojos son la ventana al corazón y alma de las personas, y fue justo aquello que dijo la chica de cabello azulado lo que reflejaban sus ojos.

«Minakami Sayo-chan, como tu rival amorosa admito mi derrota.» Sonrió Kiwi, pero esta vez sin lágrimas en los ojos. 

«Kiwi-san…» Sayo sonrió orgullosa.

«Jeje ¿Si sabes que ella es una pervertida verdad?» Dijo Kiwi con una cara algo burlona.

«S-si… eso lo sé muy bien, pero así la amo…» Dijo algo nerviosa Sayo.

«¿En serio?» Kiwi puso cara de gata burlona.

«C-claro que sí, lo sé de primera mano…» Sayo se acarició su cuello en el cual tenía las marcas de la mordida de Utena.

«Vaya, veo que en verdad ha tenido mucha acción…» Kiwi vio el cuerpo de Sayo detenidamente.

«¿K-kiwi…san?» Sayo se sentía algo incomoda ante lo mucho que miraba su cuerpo su ahora ex rival amorosa.

Tras unos segundos en que Kiwi miró el cuerpo de Sayo ella extendió una de sus manos en el cuerpo de la chica de cabello azulado agarrando una de sus tetas.

«¡Kya! ¡¿K-kiwi-san? ¿Qué haces?» Sayo sentía una de sus tetas ser apretada y luego soltada por Kiwi, era como si con su mano estuviera probando la resistencia de sus pechos.

«Ya que vas a ser oficialmente la novia de Utena-chan es mi deber como tu ex rival amorosa el probar si tu cuerpo es el indicado para satisfacerla.» Dijo Kiwi quien empezaba a sonreír pervertidamente.

«Pe-pero esta no es la forma…» Sayo se sonrojaba al sentir como sus tetas eran ahora agarradas por ambas manos de Kiwi.

«Creo que hay que cambiar.» Kiwi dejó de apretar los pechos de Sayo.

«¿Y-ya te calmaste? ¡Kyaaa!» Sayo creyó que se había detenido, pero era todo lo contrario, la chica Araga se puso por detrás de ella para agarrar sus tetas ahora por ese lado.

«Tienes unas tetas enormes» Kiwi tragó un poco de saliva y sonrió lascivamente «¿Alguna vez te han dicho que tienes un cuerpo muy erótico?» 

«N-no sé de qué hablas…» Sayo sentía las enormes tetas de Kiwi por detrás, pero entonces sentía como un par de cositas se hacían más y más duras en su espalda.

«¿Eso que siento por detrás son tus aretes?» Preguntó ingenuamente Sayo.

«Tonta, son mis pezones, están diciendo que tu cuerpo les parece sexy.» Kiwi lo dijo para luego lamer el cuello de Sayo.

«¡Hah! K-kiwi-san, no lo hagas… aún no…» Sayo quería resistirse, pero su cuerpo se estaba incendiando.

«Utena-chan debe tener el mejor momento posible en la cama contigo, solo estoy probando tu cuerpo si es capaz de satisfacerla.» Kiwi lo decía mientras seguía lamiendo su cuello y con sus dedos apretaba los pezones de Sayo jalándolos.

«U-utena-sama sabe que mi cuerpo le pertenece, siempre esta mojado cuando ella me toca y quiere follar…» Sayo tenía su mente y su cuerpo caliente, los toqueteos de Kiwi le hacían recordar todos esos eróticos momentos cuando follaba con Utena.

«A Utena-chan le encantan los pechos enormes…» Kiwi dejó de manosear los pechos de Sayo.

«¿Ya terminó?» Dijo Sayo algo desilusionada. «¡Kyaa!»

Sayo fue tirada al piso, luego una mano agarró su brazo para voltearla, era Kiwi quien yacía encima de ella con sus enormes tetas goteando agua, su cuerpo estaba caliente al igual que el de ella.

«Quiero probar antes otra cosita contigo…» Dijo Kiwi tras lamerse sus labios.

«Hah… hah…» Sayo gemía.

Kiwi estaba encima de Sayo restregando sus enormes tetas encima de las también enormes tetas de Sayo, ambos pechos se restregaban, sus pezones se daban besos lascivos, sus aureolas en sus pechos se fusionaban en una sola tras el rose de sus cuerpos. 

«¿Prometes follarte a Utena cada vez que ella te lo pida?» Preguntaba Kiwi mientras activamente restregaba su cuerpo desnudo encima del de Sayo.

«Lo prometo, lo prometo, donde sea, cuando sea, si Utena-sama me pide follar le entregaré mi cuerpo enseguida.» Sayo gemía de placer al sentir su cuerpo en contacto del de otra chica, ella amaba a Utena de eso no había duda, pero al mismo tiempo era capaz de disfrutar el delicioso cuerpo de otra chica y como ambas amaban a la misma mujer eso la hacía sentir más segura.

«Más te vale pendeja, ñam.» Kiwi agarró la oreja de Sayo y la mordió.

«¡Kyaaaaa!» Sayo gemía de más placer.

«¿Qué tienes ganas de hacer Sayo-chan?» Preguntaba coquetamente Kiwi.

«¡Quiero que Utena-sama me destroce mi vagina con sus dedos! ¡Quiero que destroce mi útero con un dildo enorme! ¡Quiero que me haga correr mil veces!» 

«Así se dice…» Kiwi acercó sus labios al oído de Sayo. «Cuando vayamos a la cama Utena-chan y yo destrozaremos tu coño con nuestros dedos.» 

Utena seguía con su bata puesta, ella fue la primera en bañarse, no sabia lo que estaba pasando dentro.

«Por favor que no se estén matando, que no se estén matando…» Utena estaba muerta de los nervios, solo quería que ellas ya salieran de allí.

«¡HAAAAHHHHHHHHH!» 

Un gemido de placer se pudo escuchar del baño.

«¿QU-QU-QUÉ PASÓ?» Utena se asustó, quería entrar al baño, pero entonces.

«No entres Utena-chan, danos unos segundos.» Era Kiwi quien le pasó en seco.

«¿Se-segura? Las oí gritar allí dentro y yo…» Dijo Utena mientras estaba a un lado de la puerta.

«Vuelve a la cama, no mires hacia el baño y cuenta hasta cien, saldremos entonces.» Le propuso Kiwi.

«E-esta bien…» Utena se fue a su cama de nuevo, se sentó allí y empezó a contar.

«Uno, dos, tres…»

«Noventa y nueve y c-cien…» Utena contó hasta cien como le propuso Kiwi.

Se pudo escuchar una puerta abrirse lentamente, unos pasos le precedieron.

«Ya puedes voltear la mirada Utena-chan…» Era la voz de Kiwi.

«S-si…» Utena volteó lentamente la mirada.

Utena abrió lentamente sus ojos, las luces del cuarto se encendieron y lo que vio la dejo totalmente anonadada.

Eran Kiwi y Sayo pero vestidas de una forma totalmente sorpresiva, Kiwi vestía un traje diminuto de gatita, tenía una cola con rayas y orejas de gata.

Mientras tanto Sayo estaba vestida con un traje diminuto de color blanco con manchas negras, en su cabeza había unos cuernos de vaca y en su cuello una pequeña campana y detrás de ella una cola vacuna.

«La comida está servida Utena-chan.» Dijo coquetamente Kiwi mientras sonreía.

«L-la cena… está servida… Utena-sama… por favor cómame…» Era Sayo quien tenía sus ojos en forma de espiral, sus mejillas rojas mientras que de sus piernas caía un líquido transparente directamente de su intimidad.

Utena esbozó una sonrisa de perversión, esa noche seria larga y llena de éxtasis.

-Continuará…