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(Fanfic) Mahou Shoujo ni Akogarete: Pasión explosiva / Capítulo 23: La tentación de Korisu

Nota: Disculpen la ausencia, pero el problema de los cortes de luz en mi país Ecuador hizo que no pudiera hacer stream por toda una semana, pero finamente estoy de regreso gracias a que cambiaron el horario de cortes. Ahora si a continuar con esta historia que poco a poco se aproxima a una batalla importantisima.

En el capítulo anterior:

Utena y Kiwi descubren por «casualidad» que Sayo en realidad es una impostora y algo o alguien se hace pasar por ella mientras tanto en la mansión de la ricachona pervertida Sulfur se encuentra entrenando con las Shio-chan. 

Vatz llega para ver el progreso de Sulfur y darles la contradictoria noticia de que encontró la forma de curar a sus amigas de la Plaga Noir pero eso significaría matar a quien las infectó ¿Qué harás Sulfur?

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— ¿Para salvar a Haruka-chan tengo que matar a quien la infectó?

Kaoruko estaba en el comedor con las demás Shio-chan, las criadas habían salido de la sala y en frente suya se encontraba Vatz flotando con una cara de preocupación.

— Por eso decía Kaoruko-chan es una elección algo difícil.

En ese momento Kaoruko miraba al piso y hacia un recuento de lo que pasó en el combate, el cómo Azul se transformó en ese monstruo aterrador y luego las atacó. Su mente se iluminó cuando recordó como Azul estaba por atacarla, pero Magenta se interpuso y por ello fue mordida infectándola con la Plaga Noir.  

— Sayo…chan…

Kaoruko agarró uno de los cuchillos que había en la mesa y lo apretó con fuerza, ese solo gesto hizo que las demás chicas se pusieran en alerta.

— Kaoruko-chan, no estarás pensando en…

Dijo Momo quien estaba sudando frio, Randa se levantó para estar más cerca de su querida Imitatio pero hablando de la niña ella no se la veía alterada, solo miraba todo fríamente.

— ¡No! ¿En qué estoy pensando?

Kaoruko vio como tenía en sus manos el cuchillo, no había que ser adivina para saber lo que había pasado por la mente de la chica mágica, matar a Sayo curaría inmediatamente a Haruka de la plaga Noir pero ¿Ella en verdad sería capaz de matar a su propia amiga?

— ¡Maldición! 

La chica rubia tiró el cuchillo al piso y se arrodilló, Momo suspiró aliviada, Randa dejó de estar rígida mientras que Imitiatio seguía mirándolo todo.

—  «¿Como pude pensar en matar a Sayo? Se que ella es una pervertida sexual, incluso se involucró con una de nuestras compañeras del colegio, le encanta que la golpeen, la nalgueen e incluso hicimos cosas observas con ella, pero… ¿Matarla?»

En la mente de Kaoruko imaginó un escenario donde en efecto ella mató a Sayo, Haruka se curó, pero al ver lo que hizo por ella esta simplemente apagaría el brillo de sus ojos.

— «Oh… ya veo… no tuviste opción Kaoruko-chan…»

La mirada vacía y muerta de Haruka al enterarse de aquel macabro suceso se representó como un cristal rompiéndose mientras Kaoruko extendía su mano hacia ella.

— «¡No te vayas Haruka-chan! ¡Por favor! ¡Hice esto por ti!»

— «Lo siento Kaoruko-chan… yo… ya no creo poder verte igual… pero se que no es tu culpa, sino de mi debilidad.»

Haruka agarraba su dispositivo de transformación y lo dejó en el piso.

— «Ya no quiero seguir siendo una chica mágica, lo siento Kaoruko-chan, adiós.»

— «¡Haruka-chan! ¡Haruka-chaaan!»

Kaoruko despertó de ese sueño lucido que tuvo, sus manos estaban en el piso, pero una pequeña sombra la cubría, al momento de alzar la mirada pudo ver a la niña enmascarada.

— ¿Ya te sientes mejor niña?

Era Imitatio quien la veía de forma indiferente.

— ¡Imitatio-sama! — Randa estaba preocupada de que su amada estuviera con la chica de mente inestable.

— Oye, rata voladora color talco.

— ¿He? ¿Y-yo?

— Si, tu, dijiste que la única forma de curar a las otras chicas mágicas de la Plaga Noir es matando a quien las infectó ¿No?

— S-si, según unos antiguos archivos unas antiguas chicas mágicas encontraron aquella solución, pero su final no fue nada lindo… ellas-

— No, ya escuché lo que necesitaba.

La niña se inclinó para ponerse a un lado de Kaoruko.

— Entonces es muy fácil, no tienes que matar a tu amiga masoquista para salvar a tu dulce bombón, sino… — La niña sonrió de forma maliciosa. — Tienes que matar a esa maldita de Magia Baiser quien fue la que la infectó en primer lugar.

Al momento de escuchar esas palabras Kaoruko sintió como los vellos de su piel se empezaron a erizar, una emoción indescriptible alimentó su corazón, ese sentimiento era ¿Esperanza?

— Si, a quien tengo que matar es a esa maldita perra de Baiser.

Kaoruko sonrió mostrando los dientes.

Era de día en un parque, las niñas estaban jugando entre ellas en la caja de arena, otras estaban en el columpio y otras en el tobogán, pero había alguien que no estaba jugando, una niña rubia junto a un peluche se encontraba sentada en un banco de madera mirando a las otras niñas jugar.

— Hmm…

La niña estiró una de las patas de su peluche señalando hacia la calle y luego hacia el espacio vacío en el banco de madera.

—…

En su mente estaba la imagen de aquella chica de cabello rosado la cual solía jugar con ella, pero en los últimos días no había aparecido.

—…

Korisu la extrañaba, en los días en que Utena y Kiwi no estaban era con Haruka con quien jugaba, aún le costaba socializar con las otras chicas, su madre casi no estaba en casa y eso la hacía sentir… sola.

—…

En ese entonces vio a unas niñas de cabello rosado corto caminando hacia un extremo de la calle junto a unas bolsas de compras.

— ¡!

Korisu se paró de la banca y fue hacia donde estaban las niñas, para su sorpresa vio que estaban acompañadas de la chica que extrañaba, Haruka.

— ¡Ah!

Korisu caminó a toda prisa hacia donde estaban las chicas, pero antes vio por ambos lados de la calle para asegurarse de que no hubiera autos, tras eso las siguió, pero estaban algo lejos, se dio prisa hasta que pisó algo que la hizo resbalar, afortunadamente su peluche evitó que se golpeara la cabeza.

— ¡Auch…!

Las trillizas se dieron cuenta de la figura de la niña rubia que se había caído y al momento de ver su rostro la reconocieron.

— ¡Ah!

— ¡Oh!

— ¿Hu?

— ¿Qué pasa chicas? ¿Por qué se detuvieron? — «Haruka» les preguntó a sus hermanas.

— ¡Hermana! ¡Es Korisu-chan!

— ¡Korisu!

— ¡La niña muda!

Haruka se volteó a ver a la niña.

— ¡Hmmm! ¡Hmmmm!

Korisu estaba sonriendo muy emocionada, tanto que salía vapor de su nariz tras cada respiración, tras varias semanas había vuelto a ver a Haruka la única chica que jugaba con ella sin que tuviera relación con Enormita.

— ¿Ho? ¿En serio? Este… — Haruka se inclinó para verla a Korisu pero había algo raro en sus ojos, una especie de brillo que usualmente ve en ella, sus facciones eran iguales, pero esa «esencia» que suele tener no estaba. — ¿Tu nombre es Korisu-chan… verdad? es un gusto que seas amiga de mis hermanitas, gracias.

— ¡¿…he?!

Haruka se volvió a levantar para regresar con sus hermanitas.

— Muy bien chicas es hora de irse, tenemos que regresar a casa, despídanse de su amiga.

— Adiós Korisu-chan.

— Bye bye Korisu.

— Hasta la vista beibe.

Las trillizas se dirigieron hacia donde estaba Haruka quien por última vez vio a Korisu pero esta vez ya no estaba fingiendo esa sonrisa, había una expresión fría y de indiferencia como si se hubiera topado con alguien indeseable, poco a poco mientras se volteaba la mirada era como si viera a un insecto, la sombra de sus ojos la tapó por completo y se fue.

— Esta noche comeremos hamburguesas — Dijo Haruka a sus hermanas.

— ¿Otra vez? 

—¿Y qué hay de los champiñones?

— Estas rara hermana.

Las chicas se fueron, pero detrás de ellas estaba Korisu quien tenía sus ojos abiertos impactada ante la indiferencia de su única «amiga», era como si la quisiera evitar o más bien como si no la quisiera ver.

—…

— «Prometo jugar contigo un par de veces a la semana.»

— «Claro que sí, somos amigas Korisu-chan.»

— «Estas son mis hermanitas.»

— «¿Te gustan los champiñones?»

Entonces una pequeña lagrima calló al suelo, el rostro de Korisu estaba tapado por las sombras del atardecer, ella lentamente se paró y con una de sus manos se secó las lágrimas.

— ¡Jajaja! ¡Tira la pelota!

Una de las niñas del parque lanzó el balón muy lejos y este calló sobre la cabeza de Korisu.

— ¡Oye! ¡Pasa el balón por favor! ¿He?

Pero esa niña no era una niña cualquiera, de hecho, era una villana y detrás de ella había un oso de peluche con filosas garras y dientes.

— ¡Ahhhhhhhh! ¡Enormita!

Las niñas del parque salieron corriendo despavoridas, Korisu las vio, aquellas niñas que nunca le hacían caso ni le dejaban jugar, pero entonces.

— «Korisu-chan, por favor no te transformes frente a otras niñas, las harás sufrir.»

Era la imagen de Utena.

— «¿Te gusta cómo quedo? Que alegría ¿Esto? N-no es nada, es solo que pesqué un resfriado.»

— «¿En serio hiciste una amiga? eso es genial.»

Haruka ya no estaba, no tenía otras amigas de su edad, pero aún tenía a alguien más era la líder de su organización, Utena.

— ¡Hmmm!

Korisu sacó su teléfono móvil, era uno de tapa, muy básico pero funcional, en ella estaba su lista de amigos y decía «Mamá» y «Utena», no había otros nombres.

La llamada sonaba, sonaba y sonaba, pero nadie contestaba ¿Qué estará haciendo Utena?

El día se hizo de noche, Korisu estaba ya en su casa, un departamento considerablemente grande pero no tanto, encima de la mesa estaba un papel que decía «Cómprate algo de comer, con cariño mamá.»

—…

Korisu sabía que su mamá la quería mucho, siempre le regalaba peluches y muñecas, tenían dinero, pero por desgracia casi nunca estaban juntas, había una trabajadora que pasaba todos los días para hacer los que haceres domésticos y hacerle de comer, pero aparte de eso nada.

—…

Korisu entró a su habitación, encendió las luces y en ella un montón de peluches de todos los colores y tamaños posibles, cada uno regalado por su madre o por su abuela.

—…

Antes de que Korisu conociera a Utena ella estaba sola todo el tiempo y tras ella estaba Haruka, pero ahora no estaba ninguna, quien sabe que estará haciendo Utena pero para una niña tan pequeña esa soledad era abrumadora.

— ¿Te sientes sola Korisu-chan?

Uno de los peluches habló, era de color oscuro y con manchas blancas, era… era Venalita.

— ¡Hmm!

— Lo sé, lo sé, Haruka y Utena-chan no te han hecho caso hoy, debes sentirte muy sola, me pregunto que estará haciendo Utena-chan… jeje

En un cuarto de hotel con una incandescente luz purpura estaban las dos chicas, solo se podía ver una mano agarrando las sábanas de la cama, en el piso, cubierto por una tanga estaba el teléfono móvil de Utena con varias llamadas perdidas de Korisu.

— ¡Haaahhhh! ¡Mis pechos! ¡Utena-chan me está mordiendo bien rico! ¡Hahhhh!

Abajo de la cama estaba una botella de vidrio semi abierta con varias píldoras negras en ella.

— Si, me pregunto qué estarán, jeje — Venalita seguía sonriendo.

— …

— Dime Korisu-chan ¿Ya no te quieres sentir sola?

— ¿?

— Tengo algo que te puede llegar a ayudar, mira.

Venalita le mostró la botella de vidrio llena de pastillas negras.

— ¿?

— Si las tomas te prometo que tendrás una amiga para toda la vida que nunca te dejará sola.

—…

— Es triste estar sola ¿no? tu mamá está ocupada, Haruka-chan te olvidó, Utena está muy… «ocupada» y no tienes amigas de tu edad.

Korisu miraba a los alrededores de su cuarto, la nota que dejó su mamá, su teléfono con las llamadas que no contestó Utena y el recuerdo de Haruka ignorándola.

— Vamos Korisu-chan, toma una pastilla y con ello serás feliz.

Venalita sacó una de las pastillas para extendérsela a Korisu.

—…

Korisu tomó una de las pastillas, la vio, era oscura como la piel de Venalita, detrás estaba la mascota mágica con su mirada inexpresiva, tras unos segundos de pensarlo Korisu… la puso en su boca.

— ¡Bleeeew! 

La pastilla calló al suelo lleno de la baba de Korisu, la niña tenía la lengua afuera y su rostro con señal de disgusto.

— ¿He? ¿No te gustó el sabor? 

— ¡Hmmm!

Korisu hizo gestos de afirmación.

— Ah, eso, no te preocupes por eso, un momento.

Venalita abrió su portal para meter su mano, pero lo que no sabía Korisu es que detrás de ese portal la mano de Venalita ya no era esa manga pequeña y felpuda sino una mano alargada, delgada y tétrica, con dedos que parecían expeler un líquido negro y entonces:

— ¿Te gusta la fresa no? creo que tengo uno de ese sabor.

La mano que estaba al otro lado de ese portal seguía goteando ese liquido el cual se juntaba lentamente como si tuviera vida propia, esas gotas se juntaron y formaron una esfera negra la cual cambió lentamente de color a una rosada, una energía maligna emanaba de ella y lentamente cambiaba su forma a ser una parecida a la de un inocente dulce de fresa.

— Listo aquí está, un dulce de fresa para Korisu-ch-

Cuando Venalita estaba a punto de darle la pastilla a Korisu se dio cuenta que ella ya estaba en su cama durmiendo, con su moco de sueño en su nariz inflándose.

— ZzZzZzZzZz

—…

Entonces se pudo escuchar un sonido de afuera, el de una puerta abriéndose.

— ¿Korisu-chan? ¿Estás?

— Parece que perdí mi oportunidad.

Venalita se dio cuenta que la madre de Korisu llegó del trabajo.

— Korisu-chan… Utena es la parte central de mi plan, pero nunca está de más tener un plan de respaldo, volveré por ti.

Un portal se abrió y entro en él, posteriormente la puerta del cuarto se abrió y en ella apareció la madre de Korisu.

— Korisu-chan, ya está dormida, de nuevo llegué tarde.

— Está bien Rushi-san, has venido tan rápido como has podido.

Al lado de la mujer rubia se encontraba otra con su mismo uniforme de trabajo, era de cabello purpura, ojos medio caídos y complexión delgada.

— Gracias Murasaki-chan, si no fuera por lo mucho que me ayudas en el trabajo regresaría aún más tarde.

— No, gracias a ti Rushi-san, sin este trabajo no podría mantener a mi familia.

Rushi acarició el cabello de su hija para luego darle un beso de buenas noches.

— Descansa mi cielo, muy pronto tendremos más tiempo para estar juntas.

La madre de Korisu salió del cuarto procurando no hacer ruido, afuera estaba Murasaki esperándola.

— ¿Y ahora que harás Rushi-san?

— Supongo que me tomaré un buen baño caliente ¿No quieres unirte a mi?

— ¡P-pero que cosas dices! T-tengo que volver a casa con Utena-chan.

— ¿En serio?

Rushi se inclinó mientras ponía su mano bajo su falda de trabajo y jalaba algo en medio de sus piernas, eran sus bragas las cuales tenían un color negro sexy y la dejó en sus dedos haciéndola mover de un lado al otro.

— ¿En serio?

— Ay no, Rushi…chan…

Mientras tanto en el hotel de amor estaban Utena y Kiwi recostadas durmiendo hasta que una llamada las despertó.

— ¿S-si? — Dijo Utena al atender la llamada del hotel medio dormida.

— Su tiempo acabará en quince minutos ¿Desea agregar más tiempo?

— ¿Más tiempo? ¿He? ¿Qué hora es? 

El reloj decía 9 de la noche.

— ¡Ahhhh! ¿Ya es tan tarde? ¡Kiwi-chan! ¡Kiwi-chan despierta! ¡Tenemos que irnos o mamá me matará!

— N-no, Utena-chan, ambos agujeros a la vez es demasiado… antes déjame lubricar… ¿He?

Tras despertar ambas chicas se dieron prisa para salir rápido del hotel.

— ¿Y entonces Utena-chan? ¿Te gustaron esas pastillas? Nunca habíamos hecho el amor tantas veces en poco tiempo.

— N-no esperaba que… estuviera tan… rico…

Ambas chicas estaban tomadas de la mano mientras caminaban por las calles nocturnas de la ciudad.

— Si no fuera por el trabajo de mi mamá ya me habría descubierto, tengo suerte…

— Utena-chan, nos vemos, hasta mañana que discutamos lo que descubrimos lo de Sayo.

— D-de hecho, íbamos a discutir aquello, pero me arrastraste a ese hotel…

— Jeje, disculpa, es que tenía ganitas…

— ¡Kiwi-chan!

Ambas chicas estaban por separar caminos.

— Te amo Utena-chan, dame un besito.

— P-pero esta vez sin lengua.

— Que aburrida… está bien.

Ambas chicas se dieron un beso tierno de despedida.

— Adiós.

— Cuídate.

Al momento de irse cada una por su camino se pudo ver que Kiwi tenía en su mano una de esas botellas, sacó una de ellas pastillas y la tragó.

— ¡Hahhhhh! Que delicioso…

De los ojos de Kiwi se pudo ver una mancha negra que se movía como si tuviera vida propia.

— Creo que me compraré unos nuevos «juguetitos» de la tienda de Industrias Yuri por internet, aún tengo ganitas…

—Continuará…