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(Fanfic) Mahou Shoujo ni Akogarete: Lirios / Capítulo 4: Ayuda a los enfermos

Nota: Tras casi un mes desde mi última actualización regreso con Lirios Marchitos la historia de como las madres de Utena y Korisu se hicieron pareja, espero que lo disfruten y estos tontos cortes de luz en mi país Ecuador no empeoren.

Era de noche en el edificio de Industrias Yuri, Murasaki llegó a recoger su teléfono móvil que se le había quedado, pero inesperadamente vio el cuerpo de su jefa Rushi tirada en el piso.

— ¡Rushi!

Murasaki tomó la mano de su jefa tomándole el pulso.

— ¿Sigue viva? a…ah… ¿Qu-qué hago? 

Ella miró a todos lados hasta que vio un teléfono de línea fija en el escritorio, tenía las extensiones de todos los departamentos del edificio, vio el que decía «departamento medico» y presionó los botones correspondientes… pero nadie respondió.

— Rayos, rayos ¿Por qué no contestan? quizás… quizás…

Lo único que pudo hacer Murasaki fue colocar a Rushi en el mueble de la oficina procurando que este bien puesta y a medida que lo hacía pudo escuchar unos murmullos venidos de su jefa inconsciente.

— Ko…risu…chan…

— ¿Korisu?

Murasaki no entendía bien lo que había dicho su jefa, pero al mismo tiempo al notarlo vio el teléfono móvil de su jefa y se le vino una idea algo osada a su mente.

— Lo siento Rushi-san…

Murasaki agarró la mano de su jefa y extendió uno de sus dedos al teléfono logrando desbloquearlo.

— ¡Lo hice!

La señora Hiiragi buscó en la dirección de contactos y en ellos había uno que decía «Korisu-chan» y presionó en el para realizar una llamada.

— ¿Hola? ¿Hay alguien allí?

— …

Nadie contestaba la llamada.

— ¿Aló?

— …¿?

Solo se escucharon algo como si alguien mudo intentara hablar, pero nada.

— ¡Demonios!

Murasaki cortó la llamada y en eso vio que alguien pasaba cerca de la oficina, era una mujer en uniforme de seguridad con una linterna en ella.

— ¿Señora Hiiragi? ¿Ya terminó lo que tenía que hacer?

— ¡Ah! ¡Gracias al cielo! por favor necesito su ayuda.

En un departamento a varios kilómetros del lugar había una niña de cabello rubio la cual tenía en su mano un teléfono fijo en sus manos escuchando la llamada de alguien.

— ¿Hola? ¿Hay alguien? ¡Demonios!

La niña no respondió a las palabras de dicha señora en la línea, en su mente estaba la imagen de su madre quien le decía.

— Escucha Korisu-chan no contestes ninguna llamada que no seamos yo o tu abuela ¿Entendido?

La niña entendió el mensaje y por ello no le respondió la llamada, ya eran las 20h30 y su madre aún no regresaba. Encima de la mesa del departamento estaba la nota que su madre le solía dejar junto a un puñado de dinero para que se comprara la cena.

— …

La niña se metió a su cuarto el cual estaba lleno de las muñecas que le regalaba su madre y su abuela, casi era hora de dormir por lo que la pequeña niña fue al baño para lavarse los dientes, tras varios minutos la niña ya estaba en su cama, el reloj decía 21h00, poco a poco sus ojos se empezaban a cerrar hasta quedar completamente dormida.

De pronto la puerta del departamento fue abierta de forma errática, en ella entró una mujer delgada de cabello purpura, encima de su espalda estaba una mujer de cabellera rubia corta inconsciente.

— Y-ya… llegamos… ah…

La mujer se calló al suelo, encima de ella estaba su jefa Rushi, tras unos minutos de descanso Murasaki agarró fuerzas para levantar de nuevo a su jefa y ponerla inmediatamente en un mueble recostada.

— Por fin llegamos, si no hubiera sido por la guardia de seguridad que me ayudó a tomar un taxi jamás habría llegado.

En la mente de Murasaki estaba la imagen de cómo le explico a la guardia la situación, entre ambas lograron trepar a la inconsciente Rushi para llevarla a su departamento el cual su dirección estaba guardada en su teléfono móvil.

En Japón los hospitales cierran a la misma hora que un negocio común al igual que los fines de semana, algo que se ha criticado mucho por parte de algunas extranjeras occidentales que viajan a dicho país, y si llamaban a una ambulancia habría sido todo un lio, si hay algo que aprendió Murasaki de tantos años como madre criando a Utena era que su jefa Rushi tenía fiebre por lo cual lo que necesitaba era descanso.

— La factura del taxi fue tremenda… 

Eran las 21h40, en la cocina del departamento estaba Murasaki con un delantal puesto cocinando lo que parecía ser una sopa de arroz, la olla estaba hirviendo lo que indicaba que ya estaba listo.

— Perfecto.

Murasaki llevó en bandeja el plato hondo con la sopa de arroz junto a un vaso de agua y unas pastillas medicinales, entró al cuarto donde estaba recostada Rushi la cual tenía una toalla húmeda en su frente.

— Rushi-san por favor, coma.

Lentamente Rushi se inclinaba hacia adelante para tratar de comer lo que su empleada le había preparado.

— G-gracias… Murasaki-san…

La mujer apenas y podía hablar.

— No, está bien, lo importante es que descanse, tenga, es medicina.

Rushi agarró la pastilla y se la tomó con un vaso de agua.

— Murasaki-san…por favor… cuide a Korisu, dígale que… estaré… bien…

Rushi se quedó dormida en su cama.

— ¿Korisu? Es cierto, ella dijo ese nombre antes, pero ¿Quién es Korisu? ¿Una mascota?

Murasaki salió del cuarto con la bandeja cuando de repente escuchó el sonido del escusado y tras ello una niña quien se frotaba los ojos con una mano mientras sostenía un peluche con la otra.

— ¿Korisu…chan?

Cuando Murasaki dijo ese nombre la niña se quedó congelada y lentamente volteó la mirada hacia la mujer que dijo ese nombre.

— H-hola… buenas noches, no me temas, no soy alguien peligro-

Antes de que Murasaki terminara de hablar la niña corrió despavoridamente hacia su cuarto cerrando la puerta con fuerza, tras escuchar unos sonidos como de alguien buscando sus cosas como loca la puerta volvió a abrirse esta vez con la niña sosteniendo un aparato en forma de estrella de color dorado.

— E-espera, no soy una ladrona, soy Hiiragi Murasaki, tu mamá es mi jefa y ella se-

— Hiiragi…

La niña habló.

— S-sí, soy Hiiragi Murasaki, trabajo con tu mamá y ella esta algo enferma y la vine a traer.

La niña escuchó la explicación que le dio la señora Hiiragi, tras unos segundos la niña fue corriendo hacia el cuarto donde estaba su madre acostada.

— Ma…má…

Los ojos de la niña empezaron a humedecerse, sus labios se arrugaron y enseguida fue hacia donde estaba su madre, la tomó de su mano y lloró.

— Mamá… mamá…

Murasaki vio dicha escena y es cuando un sentimiento profundo nació de su pecho haciendo que cubriera su rostro y sus ojos también se pusieran húmedos.

— (Por favor… cuida de Korisu…)

Ahora todo tenía sentido para Murasaki, Korisu era el nombre de la hija de Rushi, tras limpiarse los ojos con un pañuelo que tenía en mano Murasaki acarició gentilmente la espalda de aquella indefensa niña.

— Todo estará bien, tu mamá es fuerte, ella se recuperará.

La niña rubia estuvo todo el tiempo sosteniendo la mano de su madre mientras Murasaki la consolaba.

La señora Hiiragi salió del cuarto donde estaba Rushi y Korisu, agarró su teléfono móvil para llamar a alguien, pero nadie contestaba por lo que dejó un mensaje en la contestadora.

— Hola Utena ¿dónde estás? Esta noche no podré ir a casa por cuestiones de trabajo, por favor cierra todo con seguro y no te quedes hasta tarde.

Murasaki colgó la llamada.

— Esta niña, dijo que se iría a una exposición de chicas mágicas, espero que este bien.

Tras una hora de estar cuidando a Rushi la señora Hiiragi miró el reloj, eran casi las 24h00, entonces vio que en su teléfono móvil le llegó un mensaje de su hija.

— Disculpa mamá por contestar tarde, sí, estoy bien, ya he cerrado todas las puertas, por favor cuídate.

Tras ver que su hija le contestó Murasaki se sintió aliviada.

Llegó el día, lentamente Rushi abrió sus ojos y pudo ver a su lado a su querida hija Korisu recostada con una cobija encima y al otro lado a Murasaki quien también estaba recostada, ambas se durmieron a los bordes de la cama.

— ¿Korisu-chan? ¿Murasaki-san?

La señora Morino se sorprendió, pero en eso sintió que su cabeza le dolía un poco.

— Es cierto, me desmayé, Murasaki-san me ayudo a traerme y Korisu-chan…

Lentamente el movimiento de Rushi hizo despertar a Murasaki quien abrió los ojos para ver a su jefa quien estaba acariciando a su querida hija.

— Rushi…san…

— Murasaki-san, muchas gracias por traerme hasta casa, te debo una muy grande.

La señora Morino sonrió al mismo tiempo que la luz del amanecer la iluminaba.

Era ya casi medio día, Rushi se sintió mejor después de descansar un rato más, pero Murasaki ya debía irse, ambas mujeres estaban en la entrada del departamento.

— Murasaki-san, muchas gracias por habernos ayudado, realmente no sé cómo poder pagarte todo lo que has hecho por nosotras.

— N-no, por favor no diga eso, solo hice lo que toda mujer haría.

— Pero…

— Rushi-san usted también es madre soltera ¿Verdad?

— Si ¿Té diste cuenta?

— Como madre la entiendo, realmente ama a su hija, yo también tengo a la mía y haría lo que fuera por ella, por favor comparta tiempo con ella y no se exceda en el trabajo o su hija la va a extrañar mucho.

— Murasaki-san…

Rushi sintió la mano de su hija apretando su mano, la niña no se había despejado de ella en todo ese tiempo.

— Si, muchas gracias Rushi-san.

Rushi se despidió de Murasaki con una cálida sonrisa, tras cerrar la puerta Rushi puso su mano en su pecho y tuvo un leve rubor en sus mejillas.

— Creo que necesito descansar un poco más… mi corazón sigue agitado.

Murasaki llegó a su hogar donde su hija la recibió con una sonrisa algo errática.

— B-buenos días, mamá.

— Utena-chan ¿Todo bien anoche? no respondiste mi llamada.

— He, si, todo bien… 

Utena se la veía algo preocupada como si hubiera hecho algo malo.

— Utena… ¿me estas ocultando algo?

— ¿He? N-no, por supuesto que no mamá.

— ¿En serio?

Murasaki vio a su hija quien seguía muy nerviosa, sabía que le ocultaba algo, pero no quería ser demasiado entrometida, al menos no en ese momento.

— En fin, estoy algo cansada, Utena-chan dormiré un rato, luego prepararé la cena de esta noche.

— Si mamá.

Entre sueños Murasaki revivió ese incomodo de su vida, donde cierta mujer de porte elegante y cabellera oscura larga la había abandonado para irse con otra, donde tuvo que hacerse cargo sola de su hija Utena.

— Lo siento, encontré a una mujer mejor que tú, adiós, Murasaki.

En la imagen era Kuroi tirando dinero al cielo mientras dos mujeres estaban a sus lados y detrás de aquella infame mujer estaba Murasaki arrodillada en el piso y a su lado una pequeña Utena.

— Lo siento Utena-chan, tendremos que arreglárnosla solas.

Pero entonces una luz la iluminó, una mano se extendió hacia ella, era una mujer de cabellera rubia y pintalabios rojo, era su jefa Rushi.

En aquella escena estaban Murasaki y Rushi paradas una frente a la otra y bajo ellas a su lado sus hijas quienes se ocultaban detrás, con timidez salían para verse y tras unos segundos salieron a jugar juntas.

En ese entonces Murasaki despertó de su sueño, ya estaba empezando a ponerse el sol.

— ¿Qué fue ese sueño? creo que he estado bajo mucha presión últimamente…

El resto del fin de semana transcurrió normalmente, debido al incidente con Rushi se había acumulado mucho trabajo por lo cual la siguiente semana tendría mucho trabajo así que Murasaki estuvo organizando todo su programa de trabajo al mismo tiempo que se mensajeaba constantemente con Rushi al punto de incluso tener video llamadas.

— Hola, hola ¿Como estas Murasaki-san? 

— Si, estoy bien, pero ¿Y usted?

— Me encuentro mucho mejor, pero por si acaso me haré unos exámenes la próxima semana.

En ese momento la cabeza de Korisu apareció en la pantalla, estaba ella junto a su madre y se sentó en su regazo.

— Korisu-chan, cuidado, jaja ¿qué haré contigo? Lo siento Murasaki-san, desde el incidente que tuve esta niña no se separa de mi ni por un segundo.

— Me alegra que este mejor Rushi-san.

— Es todo gracias a ti Murasaki-san, por cierto, estaba pensando en algo si no te molesta.

— Claro, si está en mi poder lo haré con gusto.

— Jeje está bien, pero te lo diré en la oficina mañana que nos veamos ¿está bien?

— Entendido.

— Entonces, nos vemos mañana Murasaki-san, despídete Korisu-chan, adiós.

— Buenas noches Rushi-san, Korisu-chan.

El día lunes finalmente llegó y las empleadas estaban en sus puestos como era de costumbre, pero Rushi estaba en el departamento medico examinándose.

— No puedo creer que de nuevo hayas colapsado Rushi-chan ¿Acaso quieres dejar huérfana a tu hija tan pequeña? — Dijo la doctora quien le había extraído una muestra de sangre.

— Lo siento, prometo ser más cuidadosa.

— Siempre dices lo mismo, en fin, debes agradecerle como se debe a Murasaki-chan, no cualquiera te llevaría a tu departamento y te cuidaría hasta el amanecer.

— Jaja, supongo que tienes razón Karen-chan.

— No seas tan exigente contigo misma, recuerda que ahora eres madre, ya no eres aquella mujer joven e independiente que se iba de juerga todas las noches a coquetear mujeres, después de todo así fue como terminaste embara-

— Por favor, no lo digas, ya lo sé, no me gusta que lo repitas.

— Rushi-chan…

— Prometo cuidarme mejor, no quiero preocupar a Korisu-chan.

— Esta bien, si lo dices así te creeré.

La semana había transcurrido con normalidad, Murasaki se encargaba de recopilar los resultados de los «juguetes» que probaban las examinadoras, Rushi trató de aliviar su carga de trabajo delegando mucho más sus tareas confiando en su nueva empleada hasta que finalmente llegó el fin de semana.

— ¿Ya se va Rushi-san? — Preguntó Murasaki.

— Si, no quiero preocupar a mi hija, anoche ella se quedó esperándome en la sala, quiero poder pasar más tiempo con ella.

— Me alegra saberlo Rushi-san.

— Por cierto, Murasaki-san quería… bueno, quería preguntarte algo sobre lo que hablamos en la videollamada la semana pasada.

— Ah, cierto, dígame ¿En que la puedo ayudar?

— Bueno, pues… pensaba en que si tienes algo de tiempo libre la próxima semana ¿Te gustaría ir a cenar conmigo? conozco un buen restaurante donde suelo salir para mis reuniones de negocios y bueno, quiero agradecerte por lo que hiciste por mí.

Rushi estaba algo nerviosa, pero era experta en disimular sus emociones, ahora quedaba ver la respuesta de Murasaki.

— Por supuesto, me sentiría honrada en que me invite a cenar donde suele hacer sus reuniones de negocios.

Murasaki sonrió amablemente.

— ¿En serio? Perfecto, entonces nos veremos el próximo fin de semana, por favor aparta dicho día.

— Claro, estaremos en contacto entonces.

Ambas mujeres se despidieron, Murasaki tomó el tren mientras que Rushi tomó un taxi, al momento de cerrarse la puerta Rushi esbozó una sonrisa al mismo tiempo que tenía las mejillas sonrojadas.

— Me aceptó, me aceptó jaja.

Poco a poco la vida de Murasaki y Rushi se irían uniendo por lo que la cita sería el evento más esperado.

— Continuará