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(Fanfic) Mahou Shoujo ni Akogarete: Arcoíris Lunar / Capítulo 37: La verdad

Nota: Gracias de nuevo a TheLezaMexican por haber patrocinado este nuevo capítulo, espero que les guste ya que voy a introducir una expansión en el LORE de este fanfic, no saben cuánto tenía ganas de hacerlo y el hacer canon a Julian fue la excusa perfecta para introducirlo.

Quiero darles una buena noticia y es que gracias a Creyentedemadoka21 y TheLexaMexican ¡La próxima semana habrá también capítulo doble de Arcoiris Lunar! ¡Y no solo de aquello sino de todos los fanfics de la semana! ¡Hurra! ¡La navidad llegará con el doble de capítulos! 😉

— ¿Qué haces en el santuario de Damu?

Azul se sorprendió en ver a su media hermana, Mizu pero ¿Qué hacía en un lugar tan apartado y recóndito? ¿Qué era el santuario de Damu?

— ¿Yo? Ah, este, bueno, ejm…

Azul estaba mirando por todos lados y fue cuando vio aquel mural a su lado que tenía a una figura femenina enfrentándose a un monstruo desconocido.

— S-seguía la pista de un monstruo muy peligroso, s-sí, eso, perseguía a un monstruo que escapó por aquí, pero le perdí la pista.

— ¿Un monstruo? — Los ojos de la niña por un segundo se vieron ensombrecidos, perdieron el poco brillo que había, detrás de ella sostenía algo parecido a un cuchillo.

— S-si… ¿L-lo has visto por aquí?

El ambiente se sintió muy tenso, se podían escuchar las gotas de agua que caían del techo de la cueva y entonces…

— ¡Ay no! ¿Pero qué cosas dice? ¿Un monstruo por aquí? 

La niña empezó a sonreír y hacer muecas de que lo que decía Azul era algo ridículo.

— ¿E-en serio? Bueno en ese caso…

— ¡Sayo! ¡Sayo! ¡¿Dónde estás Sayo?!

Era débil, pero se podía escuchar a Sora y las demás sacerdotisas buscando a Sayo.

— Parece que… están buscando a alguien ¿no…?

Cuando Azul giró nuevamente su rostro para ver a la niña se dio cuenta que ella ya no estaba allí estaba ella sola en la cueva.

— ¡¿Qué?! ¿Pero dónde está?

Azul miró por todos lados, pero era inútil, la niña había desaparecido y lo más llamativo era que la esfera que emitía esa luz purpura también desapareció.

— Pero ¿qué está pasando?

Mientras tanto en el santuario Minakami:

— ¿Se fue a una isla a visitar a su mamá?

— Si, es como te dije.

Utena quedó estupefacta ante la noticia de que su novia se hubiera ido a un sitio tan lejano sin haberle dicho antes ¿acaso no se tenían tanta confianza?

— ¿Acaso mi hija no te lo dijo?

— N-no… no me ha dicho nada y tampoco contesta mis llamadas…

Aoi sonrió.

— Y yo que creí que mi hija te tenía total confianza como su pareja.

— E-eso también pienso… ¿He?

Utena volteó su rostro, vio a Aoi guiñándole el ojo.

— ¿Qué harás ahora? ¿La esperaras? 

Utena pasó unos segundos mirando hacia sus piernas mientras agarraba su falda con fuerzas.

— Yo… quiero ir a verla…

— ¿En serio?

— Si… quiero saber qué es lo que está pasando directamente desde su propia boca.

— Ya veo, jaja muy bien, entonces está decidido.

— ¿Decidido?

— ¿No es obvio? Iremos a ver a mi hija Sayo a la isla.

Aoi se paró de donde estaba sentada y agarró con su mano uno de sus amuletos.

— ¿Heeee? Pe-pero, a-antes debo pedirle permiso a mi madre y y…

— Oh, de eso no hay problema.

Aoi tocó su mejilla mientras se sonrojaba.

— Yo hablaré con tu señora madre para pedirle permiso de que me acompañes.

Utena puso cara de poker al ver a la madre de su novia con esa mirada tan lasciva.

Mientras tanto en la isla la tormenta se estaba poniendo más intensa, la noche se estaba aproximando, el cielo estaba muy oscuro, el viento poderoso y la lluvia intensa.

— ¡Sayo-chan! ¡Sayo-chaaaan!

Sora seguía buscando a su hija en lo que una rama estaba por caerse ante ella, pero afortunadamente pudo evitarla.

— ¡Minakami-sama! Debemos refugiarnos, la tormenta casi llega a la isla — Una de las sacerdotisas la trataba de disuadir.

— No podemos, no hasta que encuentre a mi hija.

— Pero Minakami-sama si algo malo le pasa a usted…

— ¡No! Mis hijas son lo más importante…

Sora miró hacia un lado pensando en lo que había ocurrido en su vida y el motivo de su desaparición.

— ¡Minakami-sama! ¡Mire!

— ¿He?

Las ayudantes señalaron una figura a las afueras del bosque, cerca de un pequeño camino, en una parada de autobuses, en ella estaba sentada Sayo protegiéndose del viento.

— ¡Sayo-chan!

— M-mamá…

Sora fue corriendo hacia donde su hija dejando caer algunos de los artículos que cargaba en mano.

—¡Sayo-chan! ¿Estás bien? ¿Estas herida? ¿Tienes frio?

— No, estoy bien, solo con algo de frio.

— Vámonos al santuario, haré que te preparen un delicioso te caliente.

— …gracias…

Sora llevó a su hija al santuario Minakami del oeste, toda la gente de la isla estuvo al resguardo de la tormenta, mientras tanto en la tienda de conveniencia que estaba cerrada.

— ¡¿D-de donde salió esta tormenta tan repentina?!

Era la dependiente Mexa quien tenía puesto un impermeable amarillo, estaba de salida.

— Oye hermana ¿Necesitas ayuda? — Era la conductora Mexi.

Las hermanas iban dentro de la camioneta.

— ¿De dónde salió esta tormenta? ¿Por qué no nos avisaron de ella? — Pregunto la chica con el impermeable.

— Debe ser por culpa de la caída de la antena, estamos incomunicadas.

— Carajo ¿Otra vez esta mamada? solo espero que la chica Minakami esté bien.

— Yo también lo espero.

Sayo estaba sentada abrigada con una manta blanca y en sus manos un te caliente que emanaba vapor.

— Hija ¿Te sientes mejor? — Sora estaba sentada frente a su hija.

— Si, gracias, mamá… 

Sayo miraba por todos lados viendo si estaba su media hermana Mizu, en su mente no podía quitarse aquella escena en la cueva, era un misterio porqué ella estaba allí.

— Lo siento…

— ¿Mamá?

— Eras muy pequeña para saberlo…

— ¿Sobre la ruptura de su relación?

— Si ¿Podrías escuchar mi explicación por favor?

El sonido del fuerte viento se podía escuchar retumbando en las puertas de madera bloqueadas con gruesas tablas de madera.

— Esta bien…

— De seguro tu madre ya te lo contó, de que nuestro matrimonio fue arreglado para que ella pudiera ganar el puesto como cabeza de la familia Minakami.

— Si, eso lo sé.

— Bueno, su madre tuvo que dejar a una chica que amaba para poder hacerlo, un enorme sacrificio.

— Eso también me lo contó.

— Ella no quería obligarme a estar en esa clase de relación por mucho tiempo.

— ¿A qué te refieres?

— Aoi-san me propuso que cuando las aguas se calmaran tras ser cabeza de familia y crecieras un poco más nos «separáramos» 

— ¿Separarse?

— Si… en el papel ambas nos divorciaríamos, pero conservaría el apellido Minakami para así poder tener potestad de administrar este templo.

— ¿Cuándo se divorciaron?

— Cuando cumpliste cinco años…

— ¿De quién fue la idea?

— De Aoi-san.

— ¿De mamá?

— Si, ella estuvo todo este tiempo al tanto de mis actividades, de cómo me volví a casar y tuve otra hija.

— Mamá…

— Era parte de su plan.

— ¿Plan? ¿Qué plan?

Los ojos de Sayo se fijaron fieramente en su mamá quien se veía algo incomoda.

— El plan de Aoi era que, en un futuro, cuando tú y Mizu fueran adultas…

El sonido de la tormenta era más intenso, se sentía casi como si las puertas fueran a salir volando.

— Que casaras a tu futura hija con la de Mizu.

Sayo tembló por unos segundos, su taza de té parecía que se iba a caer.

— Mamá quería que… ¿Casar a mi futura hija con la de Mizu? 

— Exacto.

— ¡¿Pe-pero eso no sería incesto?!

— Bueno, solo en parte, como sabrás el matrimonio entre primas es legal en japón y desde que tu madre Aoi «eliminó» al resto de la familia Minakami el poder de la misma familia ha disminuido, tu no podrías hacerte cargo de todo por lo que la familia tendría que hacerse más grande.

— N-no puede ser… ¿Acaso mamá cree que puede decidir por mí todo lo que vaya a hacer?

Los ojos de Sayo mostraban decepción, no solo su nacimiento era parte de su plan sino también incluso el futuro de sus hijas.

— Pe-pero hija, no es tan terrible como pareciera, o sea si Aoi decidiera con quien te casarías eso sí sería m-muy malo y bueno…

— ¿Y cómo estás tan segura de que mamá no ha planeado ya con quien me voy a casar?

Sayo se bebió todo él té dé un sorbo y dejó caer la taza fuertemente en el piso de tatami.

— ¡¿Por qué mamá hace todo esto?! ¡¿No se supone que quería acabar con la maldición de las Minakami?! ¡Está haciendo lo mismo que su abuela!

— Amor…

— ¿Qué?

— Aoi no ha olvidado a esa persona a la cual ama…

— ¿Quién es esa mujer? ¿Sabes su nombre?

— Lo sé, de hecho, la vi algunas veces cuando íbamos al parque a llevarte a jugar.

Sayo tragó saliva, estaba impaciente por escuchar aquel nombre.

— Murasaki… Hiiragi Murasaki.

En ese momento cayó un rayo a las afueras del santuario Minakami, un pequeño haz de luz iluminó el rostro de Sayo ante aquella respuesta.

— ¿Hi-Hiira…gi?

— Si…

— ¿S-sabes cómo se escribe aquel apellido?

— No estoy segura, déjame buscar algo donde escribirlo.

No era raro que dos personas compartieran el mismo apellido en japón, pero a diferencia de otros idiomas el japonés tenía la peculiaridad de que un mismo apellido se escribía con caracteres totalmente distinto haciendo que se pudieran diferenciar al momento de escribirlo.

Sora buscó un papel y un pincel, sacó una mesa pequeña de madera, colocó una barra de tinta, le hecho algo de aceite y lo disolvió, con un pincel colocó la tinta húmeda y empezó a escribir aquel apellido.

— Si no me equivoco era así.

Sora alzó el papel donde escribió el apellido de la mujer que su madre tanto amó, el motivo por el cual hizo todos esos sacrificios, la abandonó, se casó con alguien más, tuvo una hija, fue el líder de una familia distinguida e incluso planeó como continuaría su descendencia.

— Hiiragi Murasaki.

No había error, el apellido Hiiragi tenía los mismos caracteres que el de su novia Utena, la mujer de la cual su madre estaba enamorada era la madre de su novia.

— Oh no…

En ese momento Sayo perdió el conocimiento cayendo sobre el tatami.

— ¡¿S-sayo-chan?! ¿Sayo-chan?

Mientras tanto en la ciudad Utena estaba sentada en un auto semi formal, pero de una marca muy reconocida, aquellos autos que solo un ejecutivo de alguna empresa de prestigio podía tener, a su lado estaba al volante Aoi la madre de su novia.

— E-este auto es impresionante.

— Jeje ¿Te gusta?

— D-disculpa, es que no estoy acostumbrada a subirme a autos tan elegantes.

— Descuida, es lo menos que puedo hacer por mi futura hij… nuera.

Utena vio a Aoi conduciendo aquel lujoso auto, pudo ver su figura por unos segundos, era bastante parecida al de Sayo, pero mucho más desarrollada, sus pechos y piernas eran bien proporcionados, sus ojos con aquel maquillaje la hacían ver más sexy que nunca.

— «Si mi hija no puede satisfacerte, puedo tomar su lugar.»

— ¡Ahhh!

Utena se golpeó la cabeza con el guardamano del lado del acompañante.

— ¡¿U-Utena-chan?! ¿Qué pasó?

— N-nada, e-es solo que me quería rascar la cabeza con algo duro jejeje, perdón…

— Por cierto, Utena-chan ¿Como está tu mamá? ¿Bien? ¿Mal?

— ¿Mamá? bueno, ella ha comenzado no hace mucho un nuevo trabajo en una empresa llamada Industrias Yuri, antes hacia solo trabajos a medio tiempo, pero ahora trabaja tiempo completo.

— Oh, así veo, dime ¿La extrañas ahora que trabaja todo el día?

— Bueno, es cierto que ahora mamá no está en casa como antes, pero…

Utena sonrió.

— Desde que ella empezó su nuevo trabajo la veo con más energías que antes, se ve motivada y si ella es feliz yo también lo soy.

— Utena-chan… — Aoi también sonrió. — Ya veo, eso es bueno de saber que Murasaki-chan está feliz.

— ¿Murasaki-chan? ¿Como sabe el nombre de mi mamá?

— ¿He? ¿Ha? B-bueno, este… — Aoi pensó en que metió la pata. — L-lo leí en una lista de reunión de padres de familia, s-sí, f-fue por eso.

— Oh, bueno.

Sayo despertó al siguiente día, el clima había mejorado notoriamente pero aún había nubes muy gruesas en el cielo, el sol seguía ensombrecido, pero al menos lo peor había pasado.

— Sayo-sama, su desayuno.

— Gracias.

Una de las sacerdotisas ayudantes le trajo el desayuno a la cama, Sayo vestía una yukata de invitadas, su familia tenía buena reputación y conexiones, pero su madre Aoi siempre evitó que vivieran como personas de clase alta para evitar caer en la hedonía.

— Disculpa.

— ¿Si Sayo-sama?

— Me podrías decir ¿Qué significa aquel recuadro de allí?

Sayo señaló aquella pintura que estaba en el mural que adornaba su cuarto, la figura de una chica de cabello turquesa enfrentándose con una lanza japonesa ante una bestia de cabello largo y puntiagudo blanco que daba hasta su espalda.

— Oh, aquello cuenta una leyenda popular de la isla.

— ¿Leyenda? ¿De qué trata?

— ¿No sabe de ella? es muy importante para la familia Minakami.

— Lo siento, no me la han enseñado en casa ¿podría decirme de que trata?

— Trata sobre la primera Minakami en la historia, Minakami Mizuki, la sacerdotisa de la isla que se enfrentó a la bestia demoniaca Damu.

— ¿Damu? por cierto ¿Qué es ese objeto que tiene la sacerdotisa Mizuki?

Sayo señaló aquella figura en forma de corazón que tenía la sacerdotisa en el cuadro, tenía forma de corazón.

— Según la leyenda Minakami Mizuki tenía un talismán que le ayudaba a enfrentarse contra las bestias demoniacas, le daba un poder misterioso que le permitía aniquilarlos. 

— …

— ¿Necesita algo más Sayo-sama?

— No, gracias, estoy bien ahora.

— Entonces me retiro, más tarde vendrá su mamá a verla.

— Gracias.

La sacerdotisa se retiró del cuarto dejando a Sayo sola, ella sacó de su bolsillo su dispositivo de transformación.

— No puede ser… ¿Acaso Minakami Mizuki…?

Sayo alzó su dispositivo en la misma dirección que el recuadro donde estaba la leyenda.

— ¿Era una chica mágica?

— Continuará…