(Web Novel) Un Mundo Carmesí: Capítulo 4, La princesa Beatriz Rertrand

Soy la segunda hija del Rey Bartholomeo Bertrand, durante la gran guerra demoniaca fui nombrada como Lady Regente del reino de Fragia debido al repentino envenenamiento de mi padre, durante casi 2 años estuve a cargo del reino, una tarea sumamente complicada y estresante que requería de todas mis capacidades aprendidas a lo largo de mis 15 años.

Un año antes de asumir el rol de Lady Regente, cuando mi padre aún gobernaba, me habían presentado a 2 importantes aliados que cambiarían para siempre y uno de ellos se ganaría mi corazón.

El primero era Alexis un joven de mí misma edad de cabello castaño y ojos color amárela, él era un espadachín mágico el cual había despertado el poder de dominar los 4 elementos mágicos, algo que solo serian capaz de tener un héroe, su habilidad con la espada aún debía mejorar, pero era indudable el futuro grandioso que le esperaba si seguía desarrollando bien sus habilidades.

No me parecía un mal sujeto, podría ser el héroe que aparece cada ciento de años capaz de salvar al mundo y guiarlo a un mejor camino como cuentan las leyendas, la familia Bertrand de hecho desciende del antiguo héroe legendario que salvo el mundo hace 500 de años contra el dios dragón de la destrucción.

Pero más allá del héroe Alexis, a quien más me había llamado la atención era esa hermosa chica de cabello oscuro como la noche, una rareza en estas tierras, y que decir de su mirada sobria, pero algo triste que se expresaban en esos hermosos ojos color verdes magenta, se llamaba Ciel, una maga sagrada quien muchos especulaban que probablemente podría convertirse en la futura santa de la iglesia.

Al principio para poder hablar con ella debía mantener mi actitud de chica de la realeza, yo era algo tosca, presumida y podría decir que me metía un poco con ella, me daba muchísima curiosidad, pero cuando creí que seguro se hartaría de mi presencia ella en realidad nunca me rechazó, de hecho, hasta trataba de comprenderme, pero sin dudarlo nuestra relación explotó cuando me convertí en Lady Regente y me llegué a enamorar de ella.

En la entrada del palacio, en un largo camino alfombrado donde estaban varios nobles y servidores reales me acompañaba yendo a ver a mi padre quien me había convocado de forma urgente, Matilda estaba conmigo, ella siempre me acompañaba a la mayoría de sitios que iba ya que aparte de ser mi sirvienta personal también era mi mejor amiga de confianza, su habilidad con la magia y la arquería la hacían perfecta para ser mi escolta en todo sitio, un alivio que este aquí ya que algo no me hacía sentir segura.

-Lady Beatriz debo informarle que he escuchado algunos rumores desde ayer pero no se ha hecho oficial todavía.

– ¿Qué clase de rumores?

-Dicen que Lord Bennett ha regresado a la capital.

– ¿Mi hermano? ¿En serio?

Bennett Bertrand, era mi hermano mayor por 3 años, el estaba a cargo de defender las fronteras del oeste en la gran guerra demoniaca por eso no podía ser Lord Regente cuando mi padre enfermó, pero siempre se me hizo raro que no dejara aquel puesto a alguno de nuestros generales.

-Lady Beatriz ya hemos llegado.

Frente a nosotras una enorme puerta de metal nos separaba del trono real, en ello los dos guardias que lo protegían lo abrieron con todas sus fuerzas por el peso de estas.

Poco a poco la puerta al abrirse me permitía ver todo el pasillo del salón donde estaba el trono real, en medio mi padre quien ya habiéndose recuperado del envenenamiento estaba sentado hablando con varios de sus consejeros y delante de el parado con el cuerpo firme un hombre que reconocía perfectamente.

-Tiempo sin verte Beatriz.

-Hermano.

En efecto era Bennett quien con ojos azules como los míos y un cabello rubio cortado de forma varonil y su enorme estatura me miraba, tenía en las manos algunos documentos reales.

-Oh hija ya llegaste, disculpa que te llamara tan de repente, pero tu hermano ha regresado y necesitaba hablar con ambos.

Mi padre quien, pese a estar apenas al principio de sus 40s estaban ya saliéndole algunas canas en su cabellera rubia, su barba y bigote puntiagudo sobresalían bastante.

-Muy bien seguiremos hablando de esto después, pueden retirarse que quiero hablar con mis hijos.

Todos los ministros y servidores asintieron despidiéndose de todos ellos y cuando se cruzaron conmigo también lo hicieron, eran bastante respetuosos o solo muy lamebotas.

El salón había quedado totalmente vacío solo con mi padre, mi hermano mayor y yo.

-Gusto verte de nuevo hermano Bennett.

Lo decía mientras extendía los extremos de mi falda mientras me inclinaba, debía mantener siempre mi actitud de una hija perfecta incluso con mi hermano mayor ya que el siempre fue muy cercano a mi padre al ser su primogénito.

-No tienes que ser tan formal cuando estamos solos Betty.

Decía mi hermano con una sonrisa en lo que mi padre se alzaba de su trono.

-Vamos a mi estudio.

Alado del trono de mi padre yacía una puerta que conducía a su estudio personal, un sitio con muchos libros y en el centro su escritorio que detrás de él estaba un balcón, pero allí mismo, en donde se encontraban los muebles y una mesa en el centro estaba una persona que nunca había visto.

Con un sedoso y ondulado cabello blanco, unas orejas de animal que parecían las de un canino y unos ojos rojos como el rubí se veía a la hermosa chica que al vernos entrar dejó de beber la taza de té que tenía en sus manos y se paró.

-Ah cariño ¿Ya terminó la reunión?

– ¿Cariño?

Lo dije en voz alta sin darme cuenta.

-Terminó algo pronto ya que llegó mi hermanita Beatriz.

Bennett estaba acariciando el sedoso y largo cabello ondulado de la chica con orejas caninas mientras ella sonreía muy contenta, no se si acariciaba su cabello románticamente o como lo haría un amo con su perro.

-Esta es una de las noticias que queríamos darte Beatriz.

Mi padre se sentaba frente al mueble en lo que mi hermano hizo lo mismo sentándose alado de el mientras yo me sentaba en el mueble de frente y la chica nueva se sentaba en un asiento individual en el costado y en medio de ambos muebles.

-Como puedes ver tu hermano Bennett ha regresado de su misión diplomática en Furrcia y lo hizo con una chica muy hermosa.

Mi padre extendía su mano en dirección hacia la chica nueva quien se levantaba para poder apreciar el adorno hecho de oro que tenía en su cuello con decoraciones de animales, también su vestido holgado de cuerpo completo de color blanco con decoraciones doradas, no era como el mío que tenia demasiadas capas de ropas decorativas aparte del corset, podía intuir que debía ser muy cómodo.

-Un placer conocerla princesa Beatriz, me llamo Liesel Wolf, soy la tercera hija del Rey Gunther Wolf de Furrcia.

Furrcia… el reino vecino que queda al oeste de Fragia, es un territorio dominado principalmente por los hombres bestia quienes nos ayudaron en la gran guerra demoniaca, mi hermano fue a una misión diplomática allí hace casi dos meses, ya puedo ver donde va esto.

-Liesel y yo nos hemos comprometido para casarnos y queríamos darte la noticia apenas llegara.

-Eso es hija, desde ya puedes considerar Liesel como tu cuñada.

¿Cuñada? ¿Una Furrciana? Era lo que mis temores me advertían pero que no quería creerlo, no es que esté en contra de los matrimonios interraciales, pero había algo que no cuadraba en todo esto.

-Padre si se me permite la palabra.

-Claro hija dinos.

-Tome un poco de aire antes de hablar todo lo que tenía en mi mente.

-Con todo respeto, pero ¿los nobles verán bien que el próximo rey de Fragia tenga como esposa alguien de la realeza Furrciana? La tradición del reino dicta que el próximo gobernante tenga hijos exclusivamente humanos para mantener la pureza de su raza predominante.

La habitación había quedado en silencio tras todo lo que había dicho, era algo incomodo, podría sentir algo de culpa con lo que había dicho, pero eran las tradiciones que nuestro reino había seguido durante cientos de años, si a mi se me obligó a casarme con un hombre es justo que a mi hermano mayor no se le permitiera casarse con una Furrciana, algo está mal aquí.

-Y es por eso que Bennett no será el siguiente gobernante.

– ¿Perdón?

Tanto Bennett como Liesel se veían entre ellos para luego posar sus miradas en mí.

-Beatriz, será tu futuro hijo el que gobernará este reino.

Mi padre lo dijo como si de una buena noticia se tratara.

-Tu hermano Bennett se va a casar con Liesel, se unirán las familias Bertrand y Wolf, hicimos un acuerdo muy importante con el reino de Furrcia por lo que quien tendrá la responsabilidad de gobernar este reino será tu futuro hijo Beatriz, felicidades, tus servicios como Lady Regente nos han demostrado que serás ideal para el puesto.

Tras oír la noticia podía sentir como si varias cuchillas heladas atravesaran mi espalda, era el peor escenario que podría haber ocurrido, se supone que Bennett se convertiría en el siguiente Rey de Fragia y yo tendría mi vida normal en mi matrimonio falso con Alexis para estar con Ciel.

En mi mente se vinieron los recuerdos del segundo año de la gran guerra demoniaca cuando todo era un caos, las batallas que ocurrían en diferentes partes del reino hacían que nunca hubiera un día de descanso, mi padre envenenado, mi hermano defendiendo la frontera oeste y yo convertida en Lady Regente en medio de todo ese salón del trono haciéndome la dura.

– ¿Cómo están las cosas en la frontera oeste con Furrcia?

Un guardia se me acerca en el trono donde me encontraba sentada.

-El ejercito bajo el comando de Lord Bennet está defendiendo con éxito la frontera, nos han pasado la noticia de que hizo una alianza con el reino de Furrcia para contener a los demonios de es aparte del territorio.

-Muy bien ¿Y cómo van las cosas en la frontera este?

Otro guardia se aproximaba para informarme.

-El grupo del héroe Alexis está luchando valerosamente y han liberado varios pueblos que habían sido tomado por los demonios.

-Excelente, si seguimos así podemos enviar más recursos a las fronteras norte y sur.

Un guarda distinto se aproximaba para informarme.

– ¿Alguna otra novedad?

El soldado se lo veía algo demacrado y con la mirada perturbada, no podía reconocer de que regimiento pertenecía hasta que de repente una sonrisa se escuchaba.

-Si… ¡Su muerte!

– ¿Qué?

El soldado se lanzaba hacia mi para apuñalarme con una daga, pero afortunadamente varias lanzas de mis escoltas lo atravesaron en varias partes del cuerpo incluyendo su garganta y boca, pero este en vez de gritar de dolor solo podía reír y exclamar algo con sus cuerdas vocales destrozadas, con una voz de ultratumba.

-Jajaja sabía que matarte como humano no era mi estilo.

El soldado traidor empezaba a emanar un aura maligna que impregnaba todo el salón cambiando la iluminación a uno purpura oscura, su cuerpo se transformaba rápidamente en el de un demonio rojizo alado con dos grandes cuernos y enormes garras.

– ¡Es un demonio! ¡Se ha infiltrado un demonio!

– ¡Defiendan a Lady Beatriz!

Varios guardias se aproximaban a darle muerte, pero el monstruo solo con extender su cola, la cual terminaba en un cuchillo, los partía en medio, los magos que estaban en el salón lanzaban sus diferentes ataques elementales que apenas y le hacían algo de daño.

– ¿Eso es todo lo que tienen?

El demonio de sus fauces tiraba un vomito verde brillante hacia los magos quienes gritaban de dolor al ver como sus carnes y huesos se derretían, era peor de lo que imaginaba, no es un simple demonio, es uno de rango 3 de los cuales solo alguien por encima del gran mago real podría derrotar.

-Ahora solo quedas tu princesa.

Tras cada paso que daba el yo estaba temblorosa pero no podía quedarme quieta a esperar a la muerte, me quede firme sintiendo escalofríos, si gritaba o me movía bruscamente esto terminaría rápido, debía ganar algo de tiempo hasta que ella…

– ¡Ataque hydro, diluvio cortante!

Desde atrás del demonio una lluvia de flechas hechas de agua caía dándole en el blanco causándole algo de dolor con sus gritos resonando en el palacio.

-Lacy Beatriz ¿Está bien?

Era Matilda quien se puso frente a mí con una gran maleta, ya que la había mandado a un mandado, ese maldito demonio debió esperar el momento en que no estaba mi principal escolta para atacarme, los demonios son listos al ser capaces de notar el poder mágico de los humanos solo con verlos.

-Ya era hora que llegaras ¿Por qué tardaste?

-Discúlpeme princesa, pero me había encontrado con alguien en el camino.

– ¿Quién podría ser tan importante para eso?

-Aaagh esas flechas me dolieron.

El demonio rojizo se levantaba del piso y de su espalda las flechas de agua se evaporaban mirándonos a ambas con enorme enojo.

-Ya no voy a ser complaciente contigo princesa, los voy a destruir a todos aquí mismo.

De sus enormes fauces una esfera de energía oscura se formaba, era enorme, tanto como el tamaño de un adulto, si ese ataque era disparado estaba segura que todo el salón serio destruido y ambas acabaríamos muertas.

-Maldito demonio.

-No se preocupe princesa.

– ¿He? ¿Cómo qué no? ¿No estás viendo lo que tenemos en frente?

– ¿se acuerda que le dije que me había encontrado con alguien en el camino? Ella ya está aquí.

– ¿Ella?

De repente un temblor se sentía en todo el palacio, el demonio no se daba cuenta por el ataque que hacía hasta que inesperadamente el techo se caía a pedazos por una luz que descendía de ella, era un ataque de luz majestuoso que lo golpeó de lleno haciendo que su ataque se desvaneciera y el se quedara incrustado en el piso del salón.

Encima del monstruo caía una chica bella de cabellera negra que hacia resaltar sus hermosos ojos celestes magenta que brillaban en la oscuridad, en su mano estaba una espada sumamente delgada la cual en su mango estaba un cristal mágico de color dorado el cual brillaba al ritmo de las palabras de su portadora.

-¡Ataque sacro, amanecer!

Y un nuevo ataque como el que había caído hace un momento volvió a descender y esta vez desintegrando al monstruo por completo, parecía que ella era inmune ante sus propios ataques, este solo afectaba a los demonios.

-¡¡Ciel!!

Gritaba emocionada al ver a mi salvadora, se suponía que ella estaba en el frente Este luchando junto al grupo del héroe Alexis pero no era así, había acudido aquí única y exclusivamente para protegerme.

-Me había enterado de que un poderoso demonio se había infiltrado de las líneas enemigas con la misión de asesinarla princesa por eso acudí aquí en solitario para protegerla, si el grupo entero venia el demonio se hubiera enterado.

Ciel se había inclinado frente a mí.

– ¡No, no! ¡Tú no vas a hacer eso!

Me había dirigido a ella corriendo para abrazarla con todas mis fuerzas por lo que había hecho, nunca esperé que alguien se preocupada a ese punto de mí, lo normal es que hubieran avisado con un mensajero sobre la infiltración y de alguna forma nosotros detenerlo, pero Ciel había venido aquí para salvarme, eso me había conmovido en lo más profundo de mi corazón.

– ¿Pr-princesa Beatriz?

Ciel se había puesto muy roja en ese entonces, creo que ella podía sentir mis enormes pechos siendo apretados con los de ella a través de nuestras ropas pero eso no me importaba, lo único que quería era sentirla en todo mi cuerpo y sentirme protegida por ella, normalmente cuando una chica me gusta es por su cuerpo o atractivo pero el acto tan asombroso de Ciel cayendo del cielo como si de un ángel se tratara me había hecho entender que todo este tiempo de la persona que me sentía fascinada en realidad me gustaba.

-Creo que me gustas…

Fueron las palabras que habían salido de mi boca sin darme cuenta.

– ¿Beatriz? ¿Estas escuchando?

Me había quedado callada recordando el pasado tras la noticia que me habían dado.

-Si, disculpa padre.

-Debió darte una enorme sorpresa esta noticia ¿Te gustó?

Viéndolo a mi padre, a mi hermano y a su prometida solo pude tomar un respiro.

– ¿Y ya se lo han dicho a Alexis? Si esto ocurre entonces el sería el próximo Rey de Fragia en lo que nuestro hijo creciera.

-No, aún no lo hemos visto pero cuando regrese le daremos la buena nueva.

-Ya veo.

Esos idiotas… lo que buscan es que sea yo quien le de la noticia a Alexis y evitar que el se entere por medio de rumores, por eso Bennett y su prometida estaban en sitios separados y el regreso de mi hermano era solo un rumor.

-Por eso hija estamos esperando ansiosos las noticias de que esperes a mi bello futuro nieto, todos tenemos altas esperanzas en tu matrimonio, claro que no nos molestaría escuchar las buenas noticias de que Santa Ciel espere a sus propios hijos, ustedes dos traerán gran prosperidad a este reino.

Al salir del salón me encontré con Matilda quien solo con ver mi rostro ya sabio que algo no muy bueno había ocurrido allí dentro.

– ¿Qué tan mal esta la situación Lady Beatriz?

-Horripilante, debemos actuar rápido.

Caminaba rápidamente con los puños cerrados, mi mirada estaba demasiado tensa y me estaba mordiendo los labios, la sutileza ya no era una opción.

– ¿A qué se refiere Lady Beatriz?

..

-Debo hablar con Ciel y Alexis.

– ¿Crees que todo salga bien padre? Creo recordar que al Héroe Alexis no le gustaba eso de tomar responsabilidades aparte de su deber real y tampoco a Beatriz.

En el estudio real que estaba algo oscura iluminada solo por los rayos del atardecer estaban el Rey Bartholomeo y el príncipe Bennett.

-Eso no tiene que importarnos, lo único que necesitamos es que Beatriz se embarace de ese héroe Alexis y me de un nieto para que nuestro plan se cumpla, por cierto ¿En verdad el Rey Gunther te dio el núcleo a cambio?

-Si padre, al principio estuvo algo reticente, pero utilicé a nuestro favor el hecho de que él no tiene hijos varones y me ofrecí a comprometerme para darle nietos varones al momento de casarme con su hija.

De una caja de madera adornada con detalles dorados en forma de animales el príncipe Bennett dejó ver lo que parecía una enorme piedra cristalina hoja que en su centro emanaba una luz amarillenta.

-El auténtico núcleo perdido del dios dragón de la destrucción.